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Actualizado: 8 de junio de 2025


Esta costumbre ha durado hasta nuestros días, y de ella trataremos más adelante; seguía á esta procesión cómica la representación de varios dramas religiosos, como el del sacrificio de Isaac y el sueño y venta de Jacob, que hacían los beneficiados de la catedral.

El timbre fresco de la voz de Lucía le volvió a sugerir la misma reflexión de antes. Imposible parece que esté casada. Cualquiera pensará que sale de un colegio. Y, de recio, preguntó: Vamos a ver, señora; ¿dónde dejó usted a su marido? ¿Lo recuerda usted? ¿Qué yo? Si me dormí.... ¿Y dónde se durmió usted? ¿No lo sabe usted tampoco? En la estación donde cenamos.... En Venta de Baños.

Pasaron por el pueblecito de Oiquina, constituído por unos cuantos caseríos colocados al borde del río Urola, luego por Aizarnazabal y en la venta de Iraeta, cerca del puente, se detuvieron a cenar. La noche se echó pronto encima. Cenaron Martín y Bautista y discutieron si sería mejor quedarse allí o seguir adelante, y optaron por esto último.

¡Andando! exclamó alegremente Roger, que se felicitaba de continuar su viaje en tan buena compañía. Pero antes importa poner mi botín en seguridad y creo que lo estará por completo en esta venta, de cuya dueña tengo los mejores informes. Oid, bella patrona. ¿Véis esos fardos?

La dama detuvo dulcemente sus transportes y le dijo: Cuando usted me hubiera dado un millón, ¿creería usted haberme pagado? El duque protestó, pero sus ojos decían, y no sin razón, que desde el momento en que la virtud se pone en venta, un millón no es un precio despreciable.

Considerando las pocas proporciones que tienen estos naturales para conseguir algunos adelantamientos, por faltarles los medios de beneficiar, por medio de la venta, los frutos que pueden adquirir con su trabajo, y que de no proporcionarles este beneficio serían inútiles mis esfuerzos y providencias, he dispuesto que todos los frutos que recojan en sus chacras particulares y quieran venderlos a la comunidad, se los han de comprar precisamente, pagándoles de contado su valor en aquellos frutos o efectos que ellos quieran o el pueblo tenga, haciéndoles reservar lo preciso para el alimento de aquel año.

Hizo el cura que les aderezasen de comer de lo que en la venta hubiese, y el huésped, con esperanza de mejor paga, con diligencia les aderezó una razonable comida; y a todo esto dormía don Quijote, y fueron de parecer de no despertalle, porque más provecho le haría por entonces el dormir que el comer.

16 Y después que di la carta de venta a Baruc hijo de Nerías, oré al SE

Ya que estuvieron los dos a caballo, puesto a la puerta de la venta, llamó al ventero, y con voz muy reposada y grave le dijo: -Muchas y muy grandes son las mercedes, señor alcaide, que en este vuestro castillo he recebido, y quedo obligadísimo a agradecéroslas todos los días de mi vida.

¿Paréceos, caballeros, que tengo yo talle de ventero? -respondió don Quijote. -No de qué tenéis talle -respondió el otro-, pero que decís disparates en llamar castillo a esta venta. -Castillo es -replicó don Quijote-, y aun de los mejores de toda esta provincia; y gente tiene dentro que ha tenido cetro en la mano y corona en la cabeza.

Palabra del Dia

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