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Actualizado: 29 de junio de 2025
Se tratará de ocuparlo para luego avanzar por el arrecife y embestir a Dupont y a Vedel por la espalda, mientras Castaños, Jones y Peña lo atacan de frente. Eso, eso será dijimos todos . De ese modo les cogeremos entre dos fuegos, y no escapará ni una patena de las que robaron en Córdoba. Pero si ése es el plan, ya debía estar puesto en ejecución.
He aquí la verdadera y exacta situación de las divisiones españolas y francesas en la noche del 18 al 19 de julio. Íbamos a luchar con Dupont, sólo con Dupont. Pero ¿y si Vedel, conociendo a tiempo su error, retrocedía velozmente para caer de improviso sobre nuestra espalda durante el combate?
La división de Vedel, fuerte de diez mil hombres, hallábase en Bailén, y la pequeña división de Ligier-Belair, el mismo general que vimos batirse con los vecinos de Valdepeñas en los primeros días de junio, estaba en Menjíbar guardando el paso del río. Andújar, Bailén, Menjíbar.
Pero Dios, protector en aquel día de la España oprimida y saqueada, permitió que Vedel llegase cuando estaba convenida ya la tregua y se había principiado a negociar la capitulación.
Por delante de nosotros desfilaron las tropas de Vedel, en número de nueve mil trescientos hombres, y dejando sus armas en pabellón, nos entregaron muchas águilas y cuarenta cañones. Les mirábamos y nos parecía imposible que aquéllos fueran los vencedores de Europa.
Llega Vedel a Bailén creyendo encontrarnos, y los franceses que quedaron allí le dicen: «Quía, los insurgentes han repasado el río y van por Linares a ocupar el paso de la sierra; pero el general Ligier-Belair, que ha comprendido el juego, ha marchado en seguida a ocupar La Carolina, de modo que cuando lleguen los españoles, creyendo haber hecho un movimiento de primer orden, se lo encontrarán allí.» Vedel oye esto y dice: «Han ido a cortar el paso de la sierra para impedirnos la retirada y matarnos aquí de hambre y sed.
Los militares españoles que el Gobierno de Madrid incorporaba a las divisiones de Moncey, de Vedel o de Lefebvre iban huyendo de sus traidoras filas en cuanto se les presentaba ocasión para ello, de tal modo, que al verificar sus marchas aquellos ejércitos por parajes montuosos o quebrados, veían que los españoles se les escapaban por entre los dedos, como suele decirse.
Con esto, los nueve mil hombres de Vedel se sometieron de antemano al pacto que ajustaba su General en Jefe. Seguimos, sin embargo, sobre las armas, y las entradas de la villa continuaron custodiadas por numerosas fuerzas, que se relevaban para proporcionarnos algún descanso.
Palabra del Dia
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