United States or Saint Vincent and the Grenadines ? Vote for the TOP Country of the Week !


Además, según el oficial, los vascongados eran unos poltrones que no se querían batir más que estando cerca de sus casas. Martín se estaba amoscando, y dijo al oficial: Yo no como serán los vascongados, pero lo que le puedo decir a usted es que lo que usted o cualquiera de estos señores haga, lo hago yo por debajo de la pierna. Y yo dijo Bautista, colocándose al lado de Martín.

Pero sus nieblas frecuentes la hacen desapacible ó triste muchas veces, cubriendo con su velo todas las bellezas del panoramai. Había atravesado por tercera vez los Pirineos vascongados, tocando en ocho pueblecitos que cuentan un total de poco mas de 4,000 vecinos.

Ganó Martín, y uno de los compañeros de Briones, un teniente aragonés que había perdido toda su paga, comenzó, para vengarse, a hablar mal de los vascongados, y Zalacaín y él se encarzaron en una estúpida discusión de amor propio regional, de esas tan frecuentes en España.

Don Ciriaco, exagerando un poco, le habló a doña Hortensia de mi familia, de nuestra casa solariega de Lúzaro, de mis antepasados.... Al oír los detalles de nuestro preclaro abolengo, la amabilidad de la bella señora aumentó. Doña Hortensia sentía una extremada debilidad por las preeminencias nobiliarias, y resultó cosa no muy rara entre vascongados, que teníamos un apellido común.

Los Pirineos vascongados. Vitoria. Tolosa y San Sebastian. El valle del Bidasoa. Un bonito barco de vapor que hacia rumbo para Bayona me condujo á Bilbao. El mar de Cantabria estaba agitado, como sucede casi siempre, pero no tanto que pudiese impedirme la contemplacion deliciosa, desde el puente, de la costa de Santander, áspera, rocallosa y arrugada por numerosas colinas.

Había al servicio de Felipe II dos ancianos almirantes vascongados, pero el soberano español quiso dar el mando de la Invencible á un castellano. Sucedió lo que habían predicho los dos marinos vascos: la escuadra se fué á pique. Una enfermedad terrible acababa de estallar en el siglo XV: el hambre, la sed del oro, la necesidad absoluta de poseer este metal.

No iba ni uno que tuviera los cuatro apellidos vascongados. Y hablaba con orgullo de estos cuatro apellidos, que exhibían como una prueba de nobleza todos los del partido bizkaitarra. Pues, yo los tengo gritaba su interlocutor con acometividad, y digo que deseo que esta tarde les rompan el alma á los de la romería, y ¡ojalá arrastren á todos los jesuítas!

Desde algunas altas eminencias de los Pirineos vascongados se puede contemplar un panorama de hermosura incomparable.