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Actualizado: 1 de junio de 2025
De las más entretenidas era la historia de Domingo de Aguirre, llamado el Vascongado, que formó parte en la expedición de Gonzalo Jiménez de Quesada, cuando la conquista de América. Domingo de Aguirre presenció el incendio de Iraca, que debió de tener mucha importancia a juzgar por sus descripciones.
Y pensaba con tristeza en los miles de hombres muertos en aquellos montes y en otros de más allá; en todos los que dormían eternamente en las entrañas de la tierra vasca, por un pleito de familia, por una simple cuestión de personas, hábilmente explotada en nombre del sentimiento religioso y de la repulsión que siente el vascongado por toda autoridad que le exija obediencia desde el otro lado del Ebro.
Puesto que voy hablando de todo el país vascongado, permítaseme resumir las observaciones generales que puede hacer respeto de su condicion, antes de hablar particularmente de Bilbao y otras localidades importantes. Las provincias vascongadas y la de Navarra habian conservado hasta 1833 un régimen especial de gobierno que les daba una verdadera autonomía administrativa.
La anémica se apoyó el índice en la frente, con expresivo ademán. Parece que el padre quiso que el chico fuese español, y trajo a su mujer a dar a luz a Ondarroa, de donde es él... le hicieron hablar castellano siempre y vascongado con su ama de cría... me lo ha contado Paco Mijares, que como es pariente suyo, sabe todo eso....
El capitán deseaba buscar aparejos para su barco; le habían dicho que allí, en Burdeos, se hacían los mejores y más baratos, y que la gente de Bayona y de la costa vasco-francesa se entendía para esto con un comerciante vascongado.
Venía en el barco un indiano vascongado que embarcó en Buenos Aires en mi barco. En todo el viaje de América a Europa no se atrevió a hablarme. Debía de ser hombre muy tímido. Luego, en el vapor que nos llevaba a Bayona, se acercó a mí y hablamos. Había pasado veinticinco años en las pampas hasta enriquecerse. No tenía familia y no sabía qué hacer ni en dónde fijar su residencia.
Amantes del trabajo y muy hábiles en todas las manipulaciones, el vascongado y el navarro cambian con la mayor felicidad la azada y el martillo por el fusil, si ven sus libertades ó franquicias seriamente amenazadas. Allí nadie se preocupa preferentemente con la situacion política de la nacion: la cuestion principal es la libertad personal, en armonia con el interes del distrito.
Palabra del Dia
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