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Actualizado: 6 de junio de 2025
Sí; era preciso arreglar aquello; el honor de la familia no podía quedar a voluntad de cuatro usureros, que, merced a ciertos papelotes firmados por doña Manuela con tanta irreflexión como frescura, exigían quince mil pesetas por un préstamo de once mil. Había que pagar; pero... ¿y el dinero? ¿dónde encontrar el dinero?
Febrer miró al pasar con ojos irónicos estas riquezas heredadas de sus ascendientes. Nada era suyo. Hacía más de un año que estos tapices y los del dormitorio y todos los de la casa pertenecían a ciertos usureros de Palma, que los habían dejado colgados en el mismo sitio.
Después se rehízo con un destino en la administración de Cuba; se volvió a perder, tornó a reponerse en Filipinas, y ahora está por cuarta vez en poder de los vampiros. Como ya no hay dinero en las colonias, parece difícil que este desventurado haga la quinta pella. Dicen que América para los americanos. ¡Vaya una tontería! América para los usureros de Madrid.
Con su pan se lo coma, y cada palo aguante su vela. Pero yo quiero que usted tenga conduta y no pase malos ratos, ni se vea, como hasta ahora, entre las uñas de los usureros. ¡Ay, si cuanto dices es la pura razón! Tú sí que sabes, tú sí que vales, Juliana. Cierto que tienes el geniecillo un poco fuerte; pero ¿quién no ha de alabártelo, si con ese ten con ten has domado a mi Antonio?
Déjate de cuchufletas, y atente a lo que te importa. El gastar más de lo que se tiene, obliga a malvender lo que queda..., y algo más que no se recobra con nada. Yo no tengo derecho para aconsejarte que te pongas a ración, porque de lo tuyo gastas; pero sí para recomendarte que no te dejes robar de usureros y de cómplices suyos, que quizás comen de tu pan. Esto se consigue siempre que se quiere.
Las riquezas pierden el brillo en sus manos, como las joyas que caen en poder de los usureros. El diamante se empaña en el seno de la gran avara; el cuadro más hermoso se ennegrece en sus altares.»
Sólo podía recibirla en el antiguo estrado, pues los demás habían sido desguarnidos por los usureros. Reflexionó, sin embargo, que, a pesar de su vejez y abandono, aquel salón trascendía a grandeza grave y a rancio abolengo. Levantó el cerrojo y entró. Era una cuadra larga y angosta, diversamente alhajada según el estilo flamenco, italiano y mudéjar de los tiempos del Emperador.
Sus cuatro hijos habíalos recogido la suegra. Vivía en una fonda con la pensión que le pasaba una tía vieja de quien era presunto heredero. Sobre la esperanza de esta herencia algunos usureros le prestaban dinero. Si yo me encontrara en tu caso, ¿sabes lo que haría, Manolo?... Casarme con mi tía. Los amigos rieron, porque la tía de Dávalos tenía cerca de ochenta años.
Su firma en un sinnúmero de pagarés, y tan desacreditada, que a su mismo portero le prestarían un duro los usureros mejor que a ella. Vencimientos ineludibles que había que satisfacer, so pena que la familia se desacreditara... y nada con que pagar, absolutamente nada; la carencia más completa de medios para salvar la situación. Las necesidades de la casa lo arrebataban todo.
Meneó violentamente la cabeza. Entonces, sí; tu dimisión. ¿Y si dividiera la propiedad, o lo que queda de ella?... ¿qué te parece? No te da vergüenza muchacho? dije. No se vende la camisa que se tiene en el cuerpo, ni se hace fuego con la madera de la cama. Hablas de la cosa muy cómodamente, mí tío... ¿No estoy entre las manos de los usureros? Yo pregunto: ¿Cuánto es?
Palabra del Dia
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