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¡Atrás, atrás! ¡Fuera de la plaza! continuaba el capitán. Y era bien obedecido, porque el gentío se desbandaba á toda prisa. La procesión fracasó. El retrato quedó hecho trizas en medio de la plaza; la tropa tomó todas las entradas. ¿Qué fué de Lázaro?

Y yo añadió éste , tengo el deber, como fiel cristiano que también soy, de hacer trizas el papelejo y arrojarlas por el balcón. Y como lo decía lo iba haciendo.

Alardean de recibir bien al extraño; pocas veces alaban y ponderan las cosas de la tierra, antes por el contrario las apocan y menosprecian; miran con indiferencia cuanto hay en la ciudad: la belleza de los campos y la hermosura de las mujeres; critican acerbamente cuanto tienen; fingen que nada de otras partes les sorprende; y podéis, con toda libertad, hacer trizas cualquiera cosa de la tierra en presencia de un villaverdino, seguros de que no dirá nada en contrario, antes bien, acentuará la nota burlesca.

Pero cuando acabé de leerla, ¡qué nueva y terrible fase tomaba la refriega entre los marinos y nuestros soldados! ¡Santo Dios! ¿Perderíase la batalla? Destrozados en el primer ataque los franceses, lo repetían sacando el último resto de bravura de sus corazones resecados por el calor, y volvían a la carga resueltos a dejarse hacer trizas en la boca de los cañones, o tomarlos.

Un hombre lleno de experiencia es un árbol muerto, metafóricamente hablando, contra el cual zumba desapiadadamente el huracán de las pasiones, valiéndonos de otra metáfora. Y sin embargo de que, y continuamos en el estilo metafórico, ya no tiene ni frutos ni hojas que el huracán pueda arrancarle, le arranca las extremidades de las ramas secas. Después viene el rayo y le hace trizas.

Hombre: eso es extraordinario. ¡Y todo por María de las Nieves!... Pero todo se acabó, amigo mío. El mundo se me ha caído encima. ¿No lo ve usted, no lo ve usted caer a pedazos sobre mi cabeza? ¿No ve usted estas montañas que me machacan los sesos? Mi cerebro hecho trizas salta en piltrafas mil y salpicando se esparce por las paredes... aquí... allí... más allá. ¿No lo ve usted?

Si no se encendía á la hora acostumbrada, si sobrevenía el mal tiempo, le acusaba, le reprendía. «¡Ah! ¡Cordouan! ¡Cordouan! ¿No puedes traernos, blanco fantasma, más que huracanes?» Y, sin embargo, creo que debimos á él, en la tempestad de octubre, la salvación de nuestros treinta hombres. La embarcación se hizo trizas, mas se salvaron los que la tripulaban.

Aquel maldito despertador que estaba sobre la mesa se la recordaba de continuo, pareciéndole que al compás de su siniestro tic-tac regulaba su paso, rapidísimo como nunca, y lleno de ira mandó a la mujer que lo parase; mas entendió esta que quería verlo para enterarse sin duda de la hora que apuntaba, y apresuróse a llevárselo... Diógenes, arrancándoselo de la mano con un arrebato feroz de rabia, estrellólo contra la pared de enfrente, haciéndolo trizas.

Entonces empezó la murmuración y el hacer trizas a las pobres muchachas. Ricardo dejó el periódico y salió a la puerta para ver a las señoritas. Las chicas se detuvieron un instante, saludaron, y la rubia exclamó, dirigiéndose a : ¡Rodolfo! Me despedí del grupo, y acudí al llamado de la señorita.

Para alcanzar su fin, para reparar las brechas de su fortuna, ha usurpado nuestra confianza, ha hecho trizas nuestro reposo, ha jugado con nuestros sentimientos más puros, más verdaderos y más sagrados, ha estropeado y destrozado nuestros corazones sin piedad. Vea ahí lo que ha hecho, ó querido hacer, poco importa.