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Actualizado: 1 de junio de 2025
Pues te diré: nos juntamos en una casa de la calle de la Santísima Trinidad y allí estamos horas y más horas hablando de la democracia y del servilismo, diciendo perrerías de los frailes escribiendo a trozos el graciosísimo papel satírico que se llama el <i>Duende de los Cafés</i>. Nos ocupamos de la vida y milagros de todo <i>quisque</i>, y criticamos sin piedad.
¡Siempre el mismo! ¡Eso es! ¡Siempre el mismo! repuso él levantándose. ¡Siempre queriéndote como un babieca! ¡Para mí, criatura, eres y serás la Virgen del Carmen y la Santísima Trinidad y el copón y la hostia!... ¡Calla, Manolo, calla! Habrá que mandarte á la miga. ¡Si fueras tú la maestra!... Adiós, gachona.
Pero no sé cómo, sin salir de aquel estado de somnolencia, me hice cargo de que se creía todo perdido, y de que los oficiales se hallaban reunidos en la cámara para acordar la rendición; y también puedo asegurar que si no fue invento de mi fantasía, entonces trastornada, resonó en el combés una voz que decía: «¡El Trinidad no se rinde!». De fijo fue la voz de Marcial, si es que realmente dijo alguien tal cosa.
D. Gaspar de Silva, poeta famoso en la villa, tanto por sus versos como por sus callos, sufrió la operación cesárea de uno de éstos que le hizo con gran destreza el chico mayor de D.ª Trinidad. De igual modo otra porción de vecinos respetables experimentaron molestias sin cuento en aquella mañana memorable en que por vez primera cantaba misa un joven de la villa.
El cabildo la celebró mucho y mandó que el dia 21, fiesta de S. Benito, se trajese en procesion la Bula desde el Salvador por los beneficiados y religiosos de S. Pablo, S. Francisco, Trinidad, S. Agustin, Merced, y S. Acisclo y Victoria; y que el cabildo saliese á la puerta del Perdon á recibirla; pero que si no venian las seis religiones en la procesion, solo saliese hasta el arco que dá al patio de los Naranjos.
Ya las flexibles manos del cominero acariciaban la parte por donde la tapa del doble fondo se levantaba. Rosalía invocó a todos los santos, a todas las Vírgenes, a la Santísima Trinidad, y aun se cree que hizo alguna promesa a Santa Rita si la sacaba en bien de aquel apuro.
Se quitó el gorro y se lo encasquetó después de un golpe seco, lo que es en él señal de la más violenta agitación. Sí, Máximo, eso es lo que ella querría, el bautismo... El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo... Toda la Trinidad... Es mucho, señorita, es mucho... Máximo dijo con dulzura un tanto desdeñosa: Cuando se toma lo sobrenatural, no hay que disputar por la cantidad.
El inquieto entusiasmo de que estaba poseído me expuso a caer al agua cuando contemplaba con arrobamiento un figurón de proa, objeto que más que otro alguno fascinaba mi atención. Por fin llegamos al Trinidad.
Según allí me dijeron, además del Trinidad, se habían ido a pique el Argonauta, de 92, mandado por D. Antonio Pareja, y el San Agustín, de 80, mandado por D. Felipe Cajigal.
Nácar de luna que en los cielos, riela, oriflama brillante sobre el mar, nieve en la cima que el calor deshiela, pebetero encendido ante el altar, presto a los caminantes mi consuelo, acompañando a Fé y a Caridad; las tres llevamos por camino el cielo, formando una gloriosa trinidad.
Palabra del Dia
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