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Actualizado: 15 de junio de 2025
Por donde la provincia de Tucumán confina por el Occidente con los reinos del Perú, se descubre un espacio de tierra que desde Santa Cruz de la Sierra, donde remata, y desde Tarija, donde empieza, tiene trescientas leguas de largo.
Presúmese, pues, que toda esta gente habrá emparentado con los indios, y tendrán sus poblaciones á trescientas ó cuatrocientas leguas de aquí. El que no se haya descubierto en tanto tiempo, no me hace fuerza; pues las Batuecas, en medio de España tan poblada por todas partes, estuvo tantos centenares de años, ó sin descubrirse ó con muy poca ó dudosa noticia de que hubiese tal gente.
La navegación del estrecho de San Bernardino, constituye uno de los derroteros más bellos y variados que se conocen. Desde la bahía de Manila á las aguas del Pacífico, hay unas trescientas millas en las que se admiran toda la riqueza del suelo filipino.
Hay quien le concede mucha importancia a un puerto, aunque sólo sea de trescientas o cuatrocientas mil pesetas. Sin embargo, es mucho más fácil que un amigo le dé a uno un puerto que no una escribanía de bronce. A veces, para captarse la buena voluntad del ministro, el diputado pedigüeño le regalaba una caja de puros. ¡Una caja de puros por un puerto! Otras veces no había puertos disponibles.
Después de su cena con el jefe supremo de la Universidad se trasladó á la Galería de la Industria para convencerse de que el Gentleman-Montaña podía dormir provisionalmente sobre trescientas cuarenta y dos carretadas de paja que la Administración del ejército había facilitado á última hora.
Ya lo he apuntado mas de una vez y todavía tendré ocasion de repetirlo: he atravesado la Francia en toda su extension, desde la frontera de España hasta la de Suiza, cruzando una distancia de trescientas leguas.
No he llamado... he repicado trescientas veces exclamó Jacobo con ira; y dominándose al punto, alargó a Damián la carta, diciendo sin mirarle: Esta carta a su destino... La llevas tú mismo al momento... Si no viviese allí ese... señor, que bien pudiera ser, preguntas al portero dónde se ha mudado y allí la llevas... ¿Te enteras?...
Pasaron días, y los deseos de mi amigo fueron satisfechos. Mi amigo tuvo brea en gran abundancia; pero como, en realidad, él no necesitaba la brea para nada, al verse lleno de ella se puso a ofrecerla. ¿Quién quiere brea? dijo . Yo puedo venderla en excelentes condiciones. ¿Vende usted brea? le preguntó un señor .Pues yo le compro a usted trescientas toneladas.
En la otra margen del Garona, el barrio de Chartrong tiene encubierto su fondo irregular de fábricas, almacenes, canteras y cuanto constituye siempre un arrabal, por la mas hermosa y vasta fachada que puede darse. Tal es la fila inmensa de más de trescientas casas elegantes que parecen palacios, orillando todo el malecón del muelle de la una á la otra extremidad de la ciudad.
Busque usted a una tal Paca entre seis mil mujeres. Lo menos que habría en la fábrica eran doscientas o trescientas Pacas. Sin embargo, insistí en la idea, porque no me venía otra más asequible, y eso que trabajaba mi cabeza como un horno encendido.
Palabra del Dia
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