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Actualizado: 13 de mayo de 2025
Otros más descuidados o menos resistentes al trajinar del día, dormían a pierna suelta encima de los arcones de la cebada y tumbados sobre las mantas y albardas de las bestias. Lázaro los contempló un instante, y pensó que el sueño del ignorante suele ser, por una injusticia que subleva, más sosegado y tranquilo que el del justo.
Si yo lo hubiera tenido bien presente no tomaría el grave disgusto que me ha causado tu proceder. Debiera analizarla como un mineralogista examina una piedra; hubiera visto que aunque sincera en la apariencia descansaba sobre motivos secretamente egoístas, y viviendo así prevenido la traición me hubiera dejado tranquilo.
Se sintió aligerado de un gran peso, respiró tranquilo ante aquella profesión de bondad é indulgencia, y creyó asistir al juicio supremo. Visto el admirable dictamen de esta santa dijo Elías, porque es una santa, Lázaro, entiéndelo bien, te quedarás conmigo; pero en expectativa, en entredicho. No admito entredicho: perdón definitivo dijo la devota. Bien: perdonado, pero sujeto á vigilancia.
Si Eleuterio fuera a Agricultura, sí, se arreglaría todo; porque estando él en el gobierno nadie se atrevería a mover a mis yernos. Pero, hijita, no se sabe nada; no hay manera de saber nada. ¡Qué cosa! ¿no? ¡Es una cosa tremenda! Luego, Eleuterio es así; no da un paso; no hace ninguna gestión; espera tranquilo.
Era su idea fija y tenaz... ¡Si volviese a la vida, aunque fuese para morir a los pocos instantes! El cumpliría su deber y quedaría más tranquilo: la pasión de su existencia tendría un final digno. Correría a su lado, para no abandonarla hasta el último momento.
El señor Domet respondió a todo alegremente, rápidamente, con ese buen humor de las personas de edad que es el fruto de una vida tranquila. Pero no estaba completamente tranquilo y se removía en su sillón como un pescado en la sartén.
No sé qué contestaros; no sé qué deciros... Yo sí, yo sé lo que os tengo que decir... ¡os amo! ¡os amo! más que ayer, más á cada momento; ¡os amo! ¡muero por vos! ¡pero idos! volved tranquilo á vuestra casa... yo os avisaré... y nos veremos. Don Juan hizo un esfuerzo y salió.
No queremos que nos oigáis. ¿Quién es ese papanatas de la boca abierta? ¡Qué insolencia! ¡Qué cobardía! Han abusado de sus fuerzas esos viles romanos. ¡Oh, nuestros pobres maridos! Os lo juro: ¡antes les sacaría los ojos a todos los romanos que serle infiel a mi pobre marido! Puedes dormir tranquilo, caro amigo mío. ¡Velo por tu honor! ¡Yo también lo juro! ¡Y yo también!
Hubiera querido estar absolutamente tranquilo, pero es imposible. No hay ya más, creo, posibilidad de que esto concluya.
Tiene usted amigos en su casa á quienes obsequiar, ha oído en el teatro á Jenny Hawkins y tiene el capricho de hacerla venir... Si él hace objeciones, insista usted, pero no nos descubra. Esté usted tranquilo. Yo pediré á usted solamente una invitación para un joven inglés amigo mío, que irá por la noche á su casa de usted á tomar una taza de te. ¿Cómo se llama?
Palabra del Dia
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