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Actualizado: 26 de mayo de 2025
Esperaba tranquilizarme con ese tono jocoso, pero en su cara, pálida y un poco contraída era tan doloroso el esfuerzo para sonreír, que no pude contener las lágrimas. Mi padre me alargó la mano, torpe y pesada, y me dijo con una especie de melancólico asombro: Pero, entonces, ¿me quieres?... ¡Lo dudaba, después de las bondades que tiene para mí continuamente!
»Yo miraba al padre de Magdalena, y asustado de oír aquellas ideas que me parecían hijas del delirio, buscaba en sus ojos una respuesta a mis dudas y a mis inquietudes; pero él, con un ademán procuró tranquilizarme, y poco después abandonó el aposento. »Entonces Magdalena se inclinó hacia mí y dijome al oído: » Amaury, ¿quieres tocar aquel vals de Weber que bailamos juntos?
En caso de ser tú culpable lo serías solamente de ser amado por mi hija con entusiasmo excesivo. ¡Cuán bueno es usted que así trata de tranquilizarme, padre mío! Ahora, Amaury, vas a prometerme no hacerla bailar demasiado y estar en todo momento a su lado procurando distraerla con tu conversación. Se lo prometo a usted.
Pero habló de modo de tranquilizarme y besó mi frente pálida. Entonces un delirio vino y me transportó en espíritu al cementerio. Y pensando que mi Señor era el difunto Elormie, suspiré por él que estaba delante de mi: ¡oh yo soy dichosa ahora! Así fueron pronunciadas las palabras, y así fué empeñado el juramento.
Ten piedad de mí. ¡Si supieras cómo le amo! ¡Sufro tanto! ¿Qué le ha sucedido? ¿Qué ha pasado? ¿Por qué no viene? Un terror loco se apodera de mí. He estado temblando todo el día. Tengo terribles presentimientos. Apiádate de mí, padre; procura tranquilizarme. ¿Te acuerdas de mi madre? ¡Qué hermosa era! ¡Cómo la amabas! EL CONDE. Calmaos, condesa; el deseo de nuestro emperador se cumplirá.
Cada vez se crecía ella más ante mis ojos, y cada vez me encontraba yo más humillado ante la doble superioridad de su hermosura y de su clase. Acostumbrándome a la idea de que tan admirable conjunto de gracias no podía ni debía ser para mí, llegué a tranquilizarme, porque la resignación, renunciando a toda esperanza, es un consuelo parecido a la muerte, y por eso es un gran consuelo.
Palabra del Dia
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