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Y el año cumplido que á Inca Yupanqui le pareció que ya era tiempo que tales señores comarcanos viniesen, invióles sus mensajeros, por los cuales les inviaba á decir, que ya era tiempo que viniesen á la ciudad, como ya él les habia dicho cuando de allí fueron; y que ansímesmo trujesen todos los más ganados que pudiesen, é comidas é mantenimientos, porque era ya llegado el tiempo que dellos é dello ternia necesidad.

Y estando en esto, hizo llamar Viracocha Inca un señor de los que consigo tenia, y hablándole á solas, le dijo que sacase secretamente la gente de guerra que consigo tenian, é que la llevase á cierta quebrada de monte y paja alta donde estuviese secretamente; y que tan de mientras quél iba, quél ternia en palabras á Inca Yupanqui en cierto aposento, mientras él emboscase allí á la gente; y que dentro del aposento, si él pudiese, á manos le mataria; y que si de allí escapase, que le matase él en la quebrada del monte por do habia de tornar á volver el Inca Yupanqui.

Y visto por Inca Yupanqui lo que le inviaba á decir Uscovilca, respondióle quél era presto de morir peleando ántes de ser subjeto, por quél libre habia nascido y señor, y si su padre daba obidiencia, que la podia dar por y por los que con él tenia allá en el peñol do estaba, y que él no estaba en aquello, sino que si él habia de ser Señor del Cuzco é intitularse de tal, que peleando con él y venciéndole, ternia la tal nombradía; y que se holgaba que su padre hobiese desmamparado la ciudad del Cuzco y salídose de ella, siendo de opinion de se rendir, lo cual el Cuzco nunca tal habia hecho ni sido vencido por nadie, desde que Mango Capac lo habia fundado.

Como la necesidad sea tan gran maestra, viéndome con tanta, siempre, noche y día, estaba pensando la manera que ternía en sustentar el vivir; y pienso, para hallar estos negros remedios, que me era luz la hambre, pues dicen que el ingenio con ella se avisa y al contrario con la hartura, y así era por cierto en .

El dicho capitán D. Juan de Castilla dió por respuesta que, aunque D. Alvaro y todos los otros capitanes hobiesen faltado de cumplir con lo que eran obligados, que él era cristiano y buen caballero, y soldado como todos ellos, y que no haría falta de lo que cumplía al servicio de Dios y de Su Majestad y á su honor, y que se maravillaba mucho dellos que tuviesen dél tan mala opinión que le enviasen á decir semejante embajada, que hobiese de hacer cosa tan vil y vergonzosa como era rendir el fuerte; y así les envió á decir que, si ellos querían defenderse y morir por la fe de Nuestro Señor Jesucristo y por servicio de su Rey, y por la honra y reputación de cada nación de las que allí había, que él tomaría el gobierno dellos y del fuerte, y que lo ternía por gran favor y honra que le hacían, y que esperaba de Dios de tener tan buen orden, que se habría la victoria, porque tenía aviso por una carta que había tirado un renegado con una flecha, aquella propia mañana, que les había de dar el asalto, y que ninguno se parase á pensar en la falta que había de agua ni de ninguna otra cosa, sino que cada uno atendiese á pelear y defender el fuerte y á mismos; y con esta respuesta envió al dicho sargento mayor, y que no queriendo así que ni él ni aquellos otros dos capitanes italianos con el resto de los soldados y de otros amigos suyos no querían sino pelear y morir antes que hacer cosa que fuese menoscabo de su honra, y no tornando dicho sargento mayor, los dichos capitanes de ahí á poco querían hacer consejo entrellos, y enviaron á decir á D. Juan de Castilla con un caballero de la orden de San Juan, que se llama Garay, que viniese á hallarse en consejo, y él, viendo que los turcos se ponían en orden y se juntaban, envióles á decir cómo los turcos estaban juntos en gran número en las trincheras y que tenían las armas en las manos, y que ya no era tiempo de otro consejo ni acuerdo sino de estar cada uno en su lugar como él y otros lo hacían, que servían al Rey, y que lo tuvieran por excusado, y que les rogaba que hiciesen lo que debían; y esto les envió por respuesta con el dicho caballero, el cual se lo dijo así á los dichos capitanes, y con esta resolución ellos hicieron su consejo y eligieron por gobernador al capitán Rodrigo Zapata, y así, de allí á un poco, en el caballero de Su Excelencia se arboló una bandera blanca de paz, y viéndola los turcos saltaron fuera de las trincheras y comenzaron á venir hacia el fuerte á parlamento, y buena parte dellos, con muchos de pie y de caballo, se fueron la vuelta de las galeras, porque habían oído decir que D. Alvaro de Sande estaba dentro dellas, y los que había en su guardia, viendo el fuerte en aquel término y creyendo que fuese ya perdido, se rindieron sin pelear, y Don Alvaro de Sande fué tomado por Barmuzo, cómitre real del armada turquesca, y fué llevado con una fragata en tierra, en la tienda del Bajá, el cual y Dragut también estaban en sus trincheras esperando la respuesta de lo que los del fuerte querían hacer.