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Actualizado: 28 de junio de 2025


De cuatrocientos auxiliares sólo quedan sesenta; de seiscientos colorados no sobrevive un tercio, y los demás cuerpos sin nombre se han desecho y convertídose en una masa informe e indisciplinada que se disipa por los campos.

A mayor abundamiento, su fortuna, manejada con gran tacto por tutor tan cuidadoso, aumentó durante su menor edad en más de un tercio. Pero el doctor no se había limitado a velar por el patrimonio de su pupilo, sino que había dirigido personalmente su educación como pudiera haberlo hecho tratándose de un hijo.

No sólo por cómodo, pues emancipa al poeta de la dura ley de la inspiración, sino por nuevo, el procedimiento francés es hoy seguido por gran número de escritores en toda Europa. La novedad es una de las necesidades más imperiosas que lo mismo el público que los artistas sienten en este último tercio del siglo XIX. Pocas tendencias me han parecido más absurdas y peligrosas para el arte.

En el cual deja el tercio de sus bienes a su sobrina en segundo grado, Clemencia Sopelana, ¿sabe usted? la esposa de D. Rodrigo del Quintanar, hermano del Marqués de Guadalerce.

La coincidencia del lugar y la fecha nos inflamaba más, y añadido a nuestro patriotismo una profunda fe religiosa, nos creímos héroes, aunque hasta entonces no habíamos tenido ocasión de probarlo. Antes de cruzar el río, descansamos para llevar algo a la boca. ¡Oh, qué desengaño! Estábamos muertos de hambre y cansancio, y se nos dijo que no había más que un tercio de ración.

Según esta regla, el batel de La Santa María debe tener 30 pies de eslora; 9 de manga: 1-1/2 de puntal; 7 bancos de remos pareles. La chalupa era un tercio menor, la proa fina; la popa ancha y llana á fin de tender ó levar con ella las anclas en caso necesario. Las naos del porte de La Santa María sólo llevaban mesas de guarnición en el palo mayor, apoyándolas sobre las bulárcamas.

Es cierto que el estilo que hemos denominado bizantino y neo-griego, y que otros llaman románico y romano-bizantino, no empezó á prevalecer en la generalidad de los Estados europeos hasta el XI siglo, perpetuándose despues, en unos hasta fines del XII, en otros hasta el último tercio del siglo XIII, como sucedió en muchas provincias de España.

PÁEZ. Pasa ansí... Y remítome a Cabrera, Que estaba delante. NARV. Acaba. PÁEZ. Jugando Alvarado estaba, Y Espinosa desde afuera; Y en una suerte dudosa, Sin pedirla o ser tercero A pagar de su dinero, Juzgó la suerte Espinosa. Alvarado respondió: ¿Quién le mete en esto? Y luego Replicó Espinosa: El juego; Que veo juego y tercio yo. Mejor fuera que callara Dijo Alvarado más recio.

Aquel espacio hueco, a modo de escotilla, que se veía en el último tercio de la cubierta, hacia popa, con bancos alrededor y reborde algo saliente que formaba el respaldo, técnicamente brazola, era el sitio para el que gobernara y personas que fueran con él.

Yo respondió Rinconete un poquito de floreo de Vilhán: entiéndeseme el retén; tengo buena vista para el humillo; juego bien de la sola, de las cuatro y de las ocho; no se me va por pies el raspadillo, verrugueta y el colmillo; éntrome por la boca de lobo como por mi casa, y atreveríame a hacer un tercio de chanza mejor que un tercio de Nápoles, y a dar un astillazo al más pintado mejor que dos reales prestados.

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