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Actualizado: 6 de junio de 2025
» Si hablases de eso a mi padre, él, que a la nobleza de su estirpe une la distinción de su talento, te expondría algunas teorías sociales elevadas, a las que yo me adhiero instintivamente, deseando para mí un esposo cuya ilustre prosapia no desdiga de la mía.
El viejo abogado hacía muecas sacudiendo á un lado y otro la cabeza en señal de descontento y pasándose la mano por la calva; despues en tono de protectora compasion dijo: ¡Hm! malas doctrinas son esas, malas teorías, ¡hm! Como se conoce que es usted joven y no tiene esperiencia de la vida.
Aquella sesión de barbilampiños, en que se exponían las más peregrinas teorías económicas, con la gravedad de padre de la patria, y se barajaban los millones de pesos como simples naipes, ofrecía especial interés; había empleadillo de tres al cuarto, que hablaba de hacer una operación de muchos miles, y niño apenas destetado, que decía con arrogancia que el Banco acababa de otorgarle fuerte suma con su sola firma; el hermano de alguien que estaba en el candelero, pellizcándose el bozo incipiente, brindaba su poderosa influencia, y un rabonero recalcitrante, sin más haber que las dádivas de su papá, se lamentaba de sus pérdidas en la última liquidación.
Es un mundo con todo el confort moderno, un mundo sumamente recomendable. Lo que ocurre con este mundo es que no le gusta a todo el mundo. Los rusos, por ejemplo, tienen otras teorías estéticas, y después de haber transformado el decorado teatral, no sería extraño que transformasen también el decorado del mundo.
Don Fadrique, sin embargo, sólo estuvo en París algunos meses: desde fines de 1791 hasta Septiembre de 1792. Este tiempo le bastó para cansarse y hartarse de la gran revolución, desengañarse un poco de su liberalismo y dudar de sus teorías de constante progreso. En Madrid vivió, por último, dos años, y también se desengañó de muchísimas cosas.
Cada siglo tiene su espíritu, que se esparce y como que se diluye en el aire que respiramos, infundiéndose tal vez en las almas de los hombres, sin necesidad de que las ideas y teorías pasen de unos entendimientos á otros por medio de la palabra escrita ó hablada.
En la noche de aquel aciago día, que creyó deber marcar con la piedra más negra que en su triste camino hubiera, Juan Pablo sostuvo en el café del Siglo las teorías más disolventes.
No creo yo que Napoleón III tenga el corazón de mantequilla y de jalea; pero el tremendo espectáculo del campo de batalla de Solferino, de tantos millares de cadáveres, hubo de oprimirle y angustiarle el corazón, decidiéndole a la paz, aun antes de cumplir su promesa de hacer libre a Italia hasta el Adriático. Adam Smith y todas sus teorías no tuvieron parte alguna en esta determinación.
Todos estos razonamientos repito que me encantaban. Y yo daba gracias fervientes al cielo porque me había hecho nacer en una edad en que las cosas habían cambiado de tal suerte, que el escritor, contando con el público, para nada necesitaba de tirano a quien adular, ni a fin de no incurrir en su enojo se veía obligado a callar las más útiles y hermosas teorías.
¿Quién sabe si estas teorías de mi padre, oídas por mí, porque no puedo menos de oírlas, son las que me han calentado la cabeza y me han hecho imaginar lo que no hay? De todos modos, me digo a veces, ¿sería tan absurdo, tan imposible que lo hubiera?
Palabra del Dia
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