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Actualizado: 6 de junio de 2025
Una vez decidida la dama a dar el baile de trajes, la gran fiesta de ancha base en que habían de bailar pêle-mêle tirios y troyanos, rancios personajes que figuraban en la Guía y plebeyos burgueses empinados por la Revolución, era necesario encontrar algo nuevo, algo sorprendente que fuera el clou de la fiesta y dejase con la boca abierta a los pobrecillos profanos, a los Martínez y comparsa, convidados espurios que hubiera dicho el tío Frasquito, que cuidaría muy bien ella de barrer de sus salones en cuanto la caritativa empresa de socorrer a los heridos del Norte hubiera dado un buen tanteo a sus repletas bolsas.
Por dictamen del profesor del colegio, fué puesto Valentín, antes de concluir los años del bachillerato, en manos de un profesor de estudios preparatorios para carreras especiales, el cual, luego que tanteó su colosal inteligencia, quedóse atónito, y un día salió asustado, con las manos en la cabeza, y corriendo en busca de otros maestros de matemáticas superiores, les dijo: «Voy á presentarles á ustedes el monstruo de la edad presente.» Y le presentó, y se maravillaron, pues fué el chico á la pizarra, y como quien garabatea por enredar y gastar tiza, resolvió problemas dificilísimos.
Dicen que la Regencia tanteó a la tropa para dar un golpe, pero la tropa no quiso ponerse de su parte. La tropa dijo Ostolaza ha cometido la falta de inclinarse al populacho. Lo que no se ha hecho, señores dije yo con profético tono se hará. Y repetí varias veces, mirando a todos lados, el enérgico «se hará».
Sabía, por informes adquiridos allá con otros inteligentes, que había una riquísima, de oro puro, en cierto sitio entre Tablanca y Promisiones; y en busca de ella andaba cada vez que salía del lugar, mejor dicho, la había encontrado al primer tanteo, porque eran infalibles las señas que traía: los otros viajes que iba haciendo eran para estudiar bien los filones y la manera de explotarlos.
Y con gran calma iba repartiendo las manos de periódicos, exigiendo a cada uno el producto de la venta del día antes, llevando de memoria las intrincadas partidas de su contabilidad, apreciando al tanteo la exactitud de las cantidades en calderilla, sonando las pesetas contra el asfalto con tal ímpetu, que volvían de un rebote a sus manos como si fuesen pelotas.
Mandóselos volver al punto Roque Guinart, y, mandando poner los suyos en ala, mandó traer allí delante todos los vestidos, joyas, y dineros, y todo aquello que desde la última repartición habían robado; y, haciendo brevemente el tanteo, volviendo lo no repartible y reduciéndolo a dineros, lo repartió por toda su compañía, con tanta legalidad y prudencia que no pasó un punto ni defraudó nada de la justicia distributiva.
Palabra del Dia
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