Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 12 de julio de 2025
10 Tú, oh rey, pusiste ley que todo hombre al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento musical, se postrase y adorase la estatua de oro: 13 Entonces Nabucodonosor dijo con ira y con enojo que trajesen a Sadrac, Mesac, y Abed-nego. Luego fueron traídos estos varones delante del rey.
Esos instrumentos eran mas bien de lujo, porque el currulao de raza pura no reconoce sino la gaita, el tamboril y la curruspa.
Entonces me gustaba cantar, en voz baja, zortzicos y sones de tamboril, y, al oírmelos a mí mismo, creía andar por las callejuelas de mi pueblo, oler el olor del heno, contemplar las rocas del Izarra azotadas por el mar, y el cielo azul pálido surcado por nubes blancas. Se comprende mi entusiasmo por Lúzaro; soy de aquí, y de aquí es toda mi familia.
Delante de todos venía un castillo de madera, a quien tiraban cuatro salvajes, todos vestidos de yedra y de cáñamo teñido de verde, tan al natural, que por poco espantaran a Sancho. En la frontera del castillo y en todas cuatro partes de sus cuadros traía escrito: castillo del buen recato. Hacíanles el son cuatro diestros tañedores de tamboril y flauta.
Siguiendo la costumbre, ocultaba parte del rostro en un pañuelo que sostenía con el brazo apoyado en el tamboril. Febrer sentía congoja al escuchar esta voz doliente. Creía que iba a desgarrarse su pecho, a estallar su garganta; pero los oyentes, habituados al canto bárbaro, tan anonadador como la danza, no paraban atención en la fatiga del cantor ni se cansaban de su interminable relato.
4 Y el pregonero pregonaba en alta voz: Mándase a vosotros, oh pueblos, naciones, y lenguas, 5 al oír el son de la bocina, de la flauta, del tamboril, del arpa, del salterio, de la zampoña, y de todo instrumento musical, os postraréis y adoraréis la estatua de oro que el rey Nabucodonosor ha levantado:
Algo extraordinario distrajo a Febrer de estos pensamientos. Seguían sonando la flauta, el tamboril y las castañolas, saltaban los danzarines, giraban las atlotas, pero en los ojos de todos brillaba una mirada de alarma inteligente, una expresión de solidaridad defensiva. Los viejos cesaban en su conversación, mirando hacia la parte que ocupaban las mujeres. «¿Qué es? ¿qué es?» El Capellanet corría por entre las parejas, hablando al oído de los bailarines.
Yendo de esta suerte de un pueblo á otro, llovió una noche tanto, que otro día nos dijo que, pues no había más de una legua pequeña hasta donde iba, que hiciésemos una silla de manos y que entre los dos llevásemos á su mujer; y él y otros dos que había, llevarían el hato de la comedia, y el muchacho el tamboril y otras zarandajas.
Pero a los pocos pasos se detuvo, volviendo la cabeza al no oír de nuevo el tamboril. El cantor se alejaba cuesta abajo, temeroso de molestar al señor con su música, e iba en busca de otro lugar solitario. Llegó Febrer a la torre. Todo lo que parecía de lejos piso bajo era una construcción maciza.
Hay además otra obra, titulada Euscaldun aciñaco ta ara ledabicico etorquien, etc., San Sebastián, 1826, que contiene una colección de cantos vascos populares, cuya mayor parte se canta en los bailes. Cuando el sonido del tamboril sirve para acompañar bellas frases, su belleza y significación arrastran á los bailarines que las oyen.
Palabra del Dia
Otros Mirando