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Actualizado: 24 de junio de 2025


No le exigían que se fuese de la taberna, librándolos de su presencia odiosa; le ordenaban con amenaza de muerte que abandonase sus tierras, que eran como la carne de su cuerpo; que perdiese para siempre la barraca donde había muerto su chiquitín, y en la cual cada rincón guardaba un recuerdo de las luchas y alegrías de la familia en su batalla con la miseria.

El segundón fue el primero en llegar. Al escuchar la consigna, pensó que fuera cosa de la servidumbre, y como venía de una taberna, quiso entrar de buen o mal grado, amenazando abrirse paso con la espada; pero los porteros, dispuestos a morir en el umbral, permanecieron inconmovibles. Gonzalo, por su parte, tomó un camino más seguro: el soborno de doña Alvarez.

Partí como una exhalación á la taberna, compré un pan y un buen pedazo de queso, y subí dando brincos y trepando como un corzo al sitio donde estaba.

El cocinero mayor, desesperado, salió de la taberna y se fué paso á paso hacia el alcázar; pero al llegar á él se encontró con un alguacil del Santo Oficio, que le dijo: ¿Es vuesa merced el señor Francisco Martínez Montiño?... Yo soy contestó todo trémulo el cocinero al ver que se las había con un alguacil del Santo Oficio. Veníos conmigo.

Todo era asunto de cerrar una hora antes la taberna; pero dentro de ella jamás tendría la justicia quehacer alguno mientras estuviese él detrás del mostrador. Batiste, después de mirar furtivamente desde la puerta al tabernero, que con la ayuda de su mujer y un criado despachaba á los parroquianos, volvió á la plazoleta.

La tertulia de la noche en la taberna de Arcale la sostenían Tellagorri y Pichía. Pichía, digno compinche de Tellagorri, le servía de contraste.

Tenía momentos de gran temblor y confusión, y otros en que una actividad febril obligábale a correr por las calles, sin ver a nadie, sin fijarse en nada más que en los coches que iban y venían. Tomaba un bocado en cualquier taberna, y paseaba, paseaba. Pasear era su vida y el pasto de su idea.

Quiero decir que hasta la vuelta de París de toda la familia, no se estableció ésta a la altura de sus recursos, ni don Simón consintió a su mujer que abriese sus salones ni adquiriese otras visitas que las más indispensables. Por supuesto que, así y todo, por debajo de los damascos de la gran dama asomó más de una vez el mandil de la taberna. Pero ¿qué se le había de hacer?

Entonces se trocaron los papeles en lo tocante a miradas: con ser mucha la curiosidad con que los miramos nosotros, fueron mucho mayores la fijeza y la intensidad de las miradas de ellos, sobre todo las dirigidas a , y especialmente la de mi consanguíneo. Ni siquiera nos honraron con el ademán cortés con el cual se despidieron en la taberna.

Hay, finalmente, una parodia de junta revolucionaria, y milicia ciudadana, y clubs y manifiestos electorales. Yo no si en otras partes será todo esto muy serio; pero en Coteruco, pueblo de 300 vecinos, se convierte por mismo en caricatura. El abandono del trabajo, la taberna perpetua, los palos y asonadas, son la consecuencia primera y forzosa de tal delirio.

Palabra del Dia

vorsado

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