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Actualizado: 2 de julio de 2025


Pues ¿para qué se quieren las cosas buenas sino para las ocasiones como la presente? Me costó algún trabajillo hacer comprender a mi tío, que tomaba mi resistencia a desaire, que se duerme mejor y más descuidadamente que entre encajes y damascos, bajo las coberturas sencillas que usamos a diario los simples mortales.

Había llegado el general Alaminos á Lucban, y todas las dalagas se ocupaban en el tribunal de Tayabas en hacer preparativos para recibir dignamente al primer magistrado de las islas. Unas cosían banderolas y gallardetes, otras confeccionaban adornos, aquellas limpiaban vajillas, no pocas arreglaban cortinas y damascos, y las más daban la última mano á los trajes y galas que habían de lucir.

Entonces, teniendo la certeza de que nunca podría aplacar a Ti-Chin-Fú, pasé toda la noche en mi cuarto del Loreto, donde, como en otro tiempo, las velas que ardían en los bruñidos candelabros de plata daban a los rojos damascos tonos de sangre fresca, medité despojarme, como de un adorno de pecado, de aquellos millones sobrenaturales.

Por este camino que he pintado, áspero y dificultoso, tropezando aquí, cayendo allí, levantándose acullá, tornando a caer acá, llegan al grado que desean; el cual alcanzado, a muchos hemos visto que, habiendo pasado por estas Sirtes y por estas Scilas y Caribdis, como llevados en vuelo de la favorable fortuna, digo que los hemos visto mandar y gobernar el mundo desde una silla, trocada su hambre en hartura, su frío en refrigerio, su desnudez en galas, y su dormir en una estera en reposar en holandas y damascos: premio justamente merecido de su virtud.

Los más de los caballeros que agora se usan, antes les crujen los damascos, los brocados y otras ricas telas de que se visten, que la malla con que se arman; ya no hay caballero que duerma en los campos, sujeto al rigor del cielo, armado de todas armas desde los pies a la cabeza; y ya no hay quien, sin sacar los pies de los estribos, arrimado a su lanza, sólo procure descabezar, como dicen, el sueño, como lo hacían los caballeros andantes.

A la grandiosidad del edificio, no desmerece la suntuosidad y riqueza de los ornamentos que guarda, y la solemnidad con que en ella se practica el culto y se hacen las funciones religiosas. Lámparas de plata, pesados candelabros, riquísimos altares, moquetas, damascos, bronces y dorados se ven en el espacioso presbiterio.

Si Verviers es en el extremo oriental, ó del lado de Alemania, el primer centro de fabricacion de paños ó tejidos de lana, Courtrai lo es en el extremo occidental, ó del lado del norte de Francia, respecto de las telas de lino. Allí son superiores los tejidos de damascos de hilo propios para el servicio de mesa, y la fabricacion de encajes merece tambien mucha estimacion.

Quiero decir que hasta la vuelta de París de toda la familia, no se estableció ésta a la altura de sus recursos, ni don Simón consintió a su mujer que abriese sus salones ni adquiriese otras visitas que las más indispensables. Por supuesto que, así y todo, por debajo de los damascos de la gran dama asomó más de una vez el mandil de la taberna. Pero ¿qué se le había de hacer?

Centenares de obreros los pisaban todas las mañanas, y por allí descendían, recién salidos del telar, los floreados damascos, los brillantes rasos, la seda listada, todas las magnificencias de una industria oriental que daba a Valencia fama y prosperidad. Ahora era la escalera de un panteón, y se sentía malestar oyendo cómo el eco repetía y agrandaba los pasos. Los porches eran inmensos.

Siglo XVII Gaspar de Herrera, T. de sedas. 1601 Pedro de Burgos, T. de terciopelo. 1603 Juan de Torres, T. de pasamanos. 1604 Esteban Bernal, T. de terciopelo. idem Miguel Martín, T. de brocados. 1605 Juan Bautista Sea, T. de damascos. 1611 Pedro Gutierrez. T. de brocados. 1613 Benito Guerrero, T. de terciopelo. 1621 Bartolomè Rodríguez, T. de tocas. 1626 Antonio de Herrera.

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