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Actualizado: 2 de junio de 2025


La compañera maligna, que no es otra que Socorro, la tercera sirena del Jubilado, la sostiene. Encarámase al fin la primera en la cruz de dos ramas; asciende después a otra; aplauden las ninfas y la alientan con gritos de entusiasmo...

Aunque usted me echase a la ría lo seguiría diciendo... Yo soy artista ante todo, ya lo sabe usted... Nada hay tan hermoso como la forma humana... cuando es hermosa; y ese brazo sostiene la competencia con los más acabados modelos del arte escultórico.

Me lo ha dicho la portera y lo sabe toda la calle. Antonio es quien sostiene los gastos de la casa; pero cuando él no está entran como visitas los corredores jóvenes, toda la pollería de la Bolsa, que se burla de mi marido. ¡Ay, Señor, qué vergüenza! ¡Y ese hombre tan satisfecho y tan tranquilo, sin acordarse de que tiene mujer y un hijo y que su nombre es muy respetado en la plaza...!

Sostiene sobre sus rodillas una pequeña partitura de Don Juan, deliciosamente encuadernada. La lee sin cesar, y sus pestañas negras y largas proyectan una sombra impalpable sobre el párpado inferior.

En fin, don Paco, Juanita sostiene que sería la boda una locura. Dice, por último, que ella no manda en su corazón, que la diferencia de edad es grande entre ustedes y no quiere a usted de amor, aunque le profesa la amistad más fina.

Mi padre me recomienda que escriba a Vd. que me abro las carnes a disciplinazos. Como dentro de poco sostiene que me dará por enseñado, y no desea jubilarse de maestro, me propone otros estudios extravagantes y harto impropios de un futuro sacerdote.

Y ahora resulta que hace meses sostiene a una mujer, y se pasa el día entero con ella y... Vamos, yo tengo que ver esto para creerlo... Y otra cosa: ¿cómo se las arreglará para mantenerla?... La hucha está allí con su peso de siempre...». Doña Lupe, al llegar aquí, se engolfó en cavilaciones tan abstrusas que no es posible seguirla.

El amor propio, que incita al hombre á no reconocer superior, le hace creer que lo que piensa es lo mejor y mas acertado: cada uno sostiene sus opiniones como verdades fundamentales, y no da oidos á ninguno que piense de otra manera.

El grupo de niños sostiene una taza redonda, de la cual fluye por cuatro caños un agua cristalina, sumamente celebrada por sus virtudes higiénicas. El Emperador no bebía otra, y nosotros la probamos también, aunque llevábamos á bordo un vino de primer orden. Porque debemos advertir que, mientras llegaba ó no llegaba el Sr.

En cuanto a , me paso la vida llevando cigarros a la boca como quien quema margaritas: ¿me quiere? ¿no me quiere? Después del baile en lo de Peña, he estado con ella muchas veces en su casa, desde luego, todos los miércoles. Conserva su mismo círculo de amigos, sostiene a todos con su risa, y flirtea admirablemente cuantas veces se lo proponen. Pero siempre halla modo de no perderme de vista.

Palabra del Dia

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