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Actualizado: 13 de octubre de 2025
Realmente no era grande su prisa por enterarse de aquellas cosas del socialismo que traían revueltos a los trabajadores. Algunos se indignaban con los libros antes de leerlos. ¡Mentiras, todo mentiras, para amargar la existencia!
Porque mi obra, amigo Maltrana, va a ser socialista; no se asuste usted: socialista del verdadero socialismo, del práctico, del que puede ser, del que defendemos los espíritus sanos, uniendo las exigencias de la época con las santas tradiciones y los intereses creados.
Esto lo hará usted fácilmente; es asunto de consultar libros, de pasarse algunas semanas en la Biblioteca. ¡Si yo tuviese tiempo!... Maltrana sonreía escuchando las indicaciones de su protector. La tarea es fácil prosiguió el marqués . No crea usted que yo ignoro dónde están las fuentes. En esto del socialismo sano y sin escándalo hemos coincidido algunos hombres de Europa.
El joven le pidió las ideas que habían de servirle de guía, la trama poderosa, sobre la cual no tendría él otro quehacer que alinear palabras con la pluma: «coser y cantar», como decía el personaje. El libro dijo éste podría titularse El verdadero socialismo; pero si usted encuentra otro título más bonito, por mí no se prive usted; yo no tengo en esto empeños de amor propio.
Ella se compone de varios pueblos, formados por cruzamientos mas ó ménos intensos de razas diferentes, y por la diversa accion de las instituciones que los han regido. Donde quiera que ha reinado sin contrapeso ninguno el socialismo del poder absoluto, la vida social se ha estancado.
Se reía del socialismo católico y de las «ideas» de su protector: cuatro simplezas que aquel necio juzgaba suficientes para el esqueleto de un libro. ¡Valiente atún era el señor Jiménez!... Pero lo respetaba, viendo en él al hombre providencial que cambiaría el curso de su existencia, al suceso esperado que había de sacarle del atolladero de su voluntad.
De su propio seno habían de surgir sus destructores: un proletariado inculto, hambriento, esclavo de la miseria, atormentado por el trabajo continuo, y ofendido por el desprecio, había de levantarse lleno de ira y acabar con todo. Las abultadas noticias de las recientes luchas revolucionarias, promovidas por el socialismo, corroboraban a Pedro Lobo en su opinión.
¿Dónde está el cristianismo de la Alemania presente?... Hay más espíritu cristiano en el socialismo de la laica República francesa, defensora de los débiles, que en la religiosidad de los junkers conservadores. Alemania se ha fabricado un Dios á su semejanza, y cuando cree adorarlo, es su propia imagen lo que adora.
Ellos al menos dan algo: reparten limosnas, tienen asilos, se ocupan del pobre y predican a los ricos para que socorran con dinero. Y los otros, que hablan en las reuniones sobre esos papas del socialismo y la anarquía, no dan ni un botón. ¡Qué han de dar, si son unos pelagatos!...
Y a las risas del orador, uníanse las carcajadas de todos los socios. ¡Aplastado el socialismo! ¡Qué gracia y qué palique tenía aquel muchacho!...
Palabra del Dia
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