Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 13 de mayo de 2025
De Clota... decía Melchor a medida que leía los sobres; ésta también...; del viejo...; de Clota...; de Clota...; de mamá...; de Lolita...; éstas tres de Clota...
Mario se sentía turbado por esta actitud, sin entender por completo lo que significaba. No se le mandaba cerrar la puerta, ni escribir los sobres de las cartas, ni que las acompañase hasta casa de unas amigas, ni se le daban encargos para la calle. Cuando doña Carolina rechazaba cualquiera de sus servicios el inocente exclamaba: ¡Pero, mamá, no tiene usted confianza conmigo!
Hasta pocos años antes del traspaso, no usó Santa Cruz los sobres para cartas, y estas se cerraban sobre sí mismas. No significaban tales rutinas terquedad y falta de luces.
Llevaba una boina grande de gascón con una borla. ¿Quién ha traído esto? preguntó el general con voz fuerte. Yo dijo Martín. ¿Sabe usted lo que venía aquí dentro? No, señor. ¿Quién le ha dado a usted estos sobres? El señor Levi-Alvarez de Bayona. ¿Cómo ha venido usted hasta aquí? He ido de San Juan de Luz a Zumaya en barco, de Zumaya aquí a caballo.
El Arcipreste, a quien en Santiago conocían por el apodo de Sobres de Envelopes, a causa de una candorosa pregunta en mal hora formulada en una tienda, había sido en otro tiempo, cuando simple abad de Anles, el mejor instrumento electoral conocido.
Dentro venía una carta en italiano, no muy larga, de la misma letra, gorda y corrida, del sobre, firmada por Vittorio Emmanuele; venían también otros dos grandes sobres en blanco, sellados con la insignia de la francmasonería, un compás y una escuadra, cruzados en forma de rombo, sobre lacre verde.
Un cilindro, que parece un elefante que se mueve, está cortando sobres. Un mortero separa el grano de trigo de la cáscara. Un anillo de hierro está en el aire por la electricidad, sin nada que lo sujete. Allí se funden los metales con que se hacen las letras de imprimir, allí se hace el papel de tela o de madera, allí la prensa imprime el diario, lo echa del otro lado, lo devuelve, húmedo.
Dejó caer el paquete al suelo y dirigió la vista a lo lejos, a los confines del horizonte. Clementina deshizo el paquete. Después de echar una ojeada de curiosidad a sus cartas, esmeradamente conservadas en los sobres, hizo con ellas un montoncito. Aguardó un instante a que Raimundo volviese la cabeza, y viendo que no lo hacía, le dijo: Dame un fósforo.
En seguida sacó un plieguecillo para una carta, y quedándose un instante como ensimismado, pensó: «La escribiré, por si no nos vemos mañana.» Luego, al buscar los sobres, como hubiese entre ellos uno mayor y más pesado, lo abrió, sacando de él dos o tres cartas y un retrato de mujer, el de la señorita de coche que mentó Leocadia, y contemplándolo un momento, murmuró: «¡Qué bonita es!» En seguida, sin que ningún ruido le distrajese, entregado con alma y vida a sus ideas, tomó el plieguecillo y comenzó a escribir: «Adorada Paz:...»
«No me acordaba de que tengo que escribir unas cartas dijo Isidora repentinamente . ¿Me las dejas escribir aquí, en tu mesa? Sí, sí, ángel ponzoñoso» contestó Augusto, en cuya alma retoñaban devaneos estudiantiles. Precipitadamente sacó papel, sobres. Isidora se sentó en el sillón de la mesa de despacho, él la dio pluma y ella se puso a escribir.
Palabra del Dia
Otros Mirando