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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Todos sus desórdenes y malas andanzas son de escalera abajo. Lo singular del tipo está en su absoluta carencia de idealismo. Todo es vulgar en torno suyo: sus amigos, su criada, su manceba. Y así debía ser para que el libro surtiese el efecto que el señor Pereda se propuso.

Era ya lo he dicho el punto de vista menos noble y menos confesable de mis dolores, y si vuelvo sobre él es por razón de un incidente que de nuevo puso en tensión mi vanidad y que le pondrá de manifiesto con un detalle más la singular ironía de aquella situación.

Ya elegido, no tengo más recurso que hacer a mis héroes, conservando a cada uno su índole, sus pasiones y su singular fisonomía, todo lo más discretos, sutiles y listos que yo sepa y pueda, porque tal ha de ser el defecto mayor de todos ellos, y sobre todos ellos, del protagonista de la historia.

Tan singular comedia no podía subsistir por mucho tiempo, porque los filipinos nunca podíamos ser los agresores de las fuerzas americanas, cuya amistad habíamos jurado, y en cuyo poder esperábamos hallar la protección necesaria para recabar de las otras potencias el reconocimiento oficial de nuestra Independencia.

Dice Beruete, en la citada obra, que este cuadro es algo seco, y que la primera impresión que causa es poco favorable; pero que esta la cabeza hecha con singular delicadeza, dibujado todo irreprochablemente y que es auténtico sin duda alguna.

Reynoso que había advertido vagamente el efecto que aquella obra producía siempre en su esposa la tocaba ahora con singular maestría, con un sentimiento arrobado y una unción que hasta entonces jamás había sentido.

Á pesar de todo, lo trató con singular moderación.

En Guárdate del agua mansa no sólo el trazado y desarrollo del enredo son de un arte consumado, sino que también brilla por la pintura de caracteres, por su singular gusto y excelencia poco común. Don Alonso tiene dos hijas, que, desde la muerte de su madre, se han educado en un convento, que ambas abandonan al trasladarse su padre de Méjico á Madrid.

¡Aquí está el orador más notable del club democrático de Zaragoza! dijo en voz muy alta Javier, señalando á su amigo. ¡, ! dijeron todos los aragoneses que había en el recinto, reconociendo á su compatriota. Defiéndanos usted, defiéndanos. Todas las miradas se fijaron en Lázaro. ¡Cosa singular! En aquel momento una súbita transformación se verificó en el ánimo del joven.

Hasta entonces había permanecido mudo, en una butaca vieja, cuyas crines por innumerables agujeros se salían: allí estaba, con aspecto de esfinge, acentuado por la singular expresión de su rostro severo. Creo que ha llegado la ocasión de describir á este personaje, el más importante sin duda de los cuatro, y voy á hacerlo.

Palabra del Dia

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