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A pesar de esto, a Azorín le son simpáticos todos estos hombres que hablan siempre.

Los banqueros tienen asegurado en las obras literarias un éxito de odio y de rechifla. Los personajes simpáticos son pobres, y dicen cosas muy hermosas sobre las infamias del «vil metal» y la necesidad de idealizar la vida. El arte literario sólo había dispuesto, según Maltrana, de cuatro resortes para mover sus criaturas: el amor, el odio, el hambre y el miedo.

Apenas lo conocía ahora. ¿Era acaso él, ese hombre que pasaba altivo al compás de la hermosa música, en compañía de los venerables y majestuosos magistrados, él, tan inaccesible en su posición social, y aún mucho más como ahora le veía allí, entregado á los poco simpáticos pensamientos que le preocupaban?

Con caracteres en extremo simpáticos aparece la figura de don Gaspar Esteban Murillo, alma sencilla, natural bondadoso, espíritu creyente y sincero y hombre de fe, que entre otras muy estimables cualidades, poseía la de ser en extremo dado á las obras filantrópicas, acudiendo, siempre que podía, al socorro de los seres verdaderamente necesitados.

Ante tenía a uno de estos hombres a quien su sexo califica en términos vagos de simpáticos, esto es, correcto en todos los superficiales accesorios de moda, vestido, ademanes y de figura agradable.

En casos de este género, se observan con preferencia accesos de debilidad y de desfallecimiento que dan á la coloquíntida cierta analogía con el arsénico, la manzanilla y el eléboro blanco. Este último tiene otros puntos de contacto con la coloquíntida, ya respecto á su accion electiva, ya tambien en sus fenómenos simpáticos y consecutivos.

Si llevaban más de un año encerrados en el Acuario, enfermaban de tristeza y roían sus patas hasta matarse. ¡Ah, bandidos simpáticos y vigorosos! continuó, con un entusiasmo histérico . ¡Los adoro! Quisiera tenerlos en mi casa, como se tienen los peces dorados, en un bocal; darles de comer á todas horas; ver cómo devoran...

Los caracteres de los personajes están fielmente copiados de la realidad. Casi todos son verdaderos y consistentes, y, si no moralmente muy bellos, salvo el de la pobre jorobada chucha, agradables y simpáticos, y pecando más por debilidad que por maldad. La heroína Lully nos inspira compasión y cariño.

Este hombre, sin embargo, no concitaba los odios del vecindario contra , como podía suponerse. En las aldeas y villas, por el trato íntimo, largo y constante de las personas, se penetra más en el alma de cada uno que en las grandes poblaciones. Un trato superficial hace, en éstas, simpáticos a muchos hombres fríos, egoístas y hasta perversos.

Pero si había alguna persona de fuera, al hablar de Enrique todos sonreían alegremente, como diciendo: «No nos pregunten VV. por ese calavera, ese aturdido. ¿Quién pone puertas al campoLa tolerancia que mostraban les hacía simpáticos, y al mismo tiempo prestaba más realce a su conducta intachable.