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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Todos los medios conocidos empleó la domadora para domesticar a Cónsul: el hambre, los golpes, el fuego, la electricidad, los gritos, las caricias... Pero sólo consiguió que el antiguo gigante de los bosques, la conociese, respetase y siguiera. Con los extraños, Cónsul se mantenía siempre en su antigua ferocidad, y tanto, que no se le podía sacar de su jaula...
El verdadero dolor para Beatriz estaba en ese perturbador amor que, a pesar suyo, la siguiera a su hogar, perturbador amor que la desalentaba en todos sus propósitos emponzoñando su existencia, ilegítimo afecto de que era necesario denodadamente hacer el sacrificio. ¡Muy fácil de decir! replicó su amiga.
Emparan tuvo que asentir á la idea de formar una Junta suprema; pero habiendo tenido los capitulares la debilidad de acceder por su parte á que este siguiera ocupando al frente de ella el cargo de Presidente, un doctor y canónigo de la catedral de Carácas, el Señor Don José Cortés Madariaga, que se anunció en el ayuntamiento como diputado del clero y del pueblo, en un interesante y elocuente discurso pidió la deposicion del capitan general.
Por fortuna, don Álvaro sabía perfectamente manejar este resorte: era él capaz de despreciar, llegado el caso, al mismo sol del medio día si se oponía a sus pasiones. «Todo era preocupación, pequeñez de ánimo.... Pero, ¿tenía él derecho para que Ana siguiera sus ideas y despreciase las maliciosas y groseras aprensiones del vulgo?
No insistáis, amigos, que yo de buena gana os siguiera, si fuese libre mi elección. Y ahora, separémonos. Hé allí la torre cuadrada de Munster y aquí el sendero que según me explicó el abad lleva directamente al pueblo. Dios te guarde, muchacho, exclamó el arquero dándole un estrecho abrazo. Soy pronto en odiar y en querer, y te aseguro que me duele separarme de tí.
En lo que a la nutrición se refería acaso lo siguiera más decididamente si doña Mónica al cabo de sus años hubiera adquirido la costumbre de poner los garbanzos más blandos.
Es preciso decir la verdad. Confirme usted, porque es así, que yo le sugerí que volviera al lado de la Condesa para proponer una separación franca y leal. No me arrepiento de haberle dado ese consejo. Todo es preferible al equívoco. No siendo posible ya que usted siguiera viviendo con ella, como se lo había prometido, debía usted devolverla su palabra para que no alimentara nuevas ilusiones.
El roce de su traje producía en ellas un ruido continuo, rápido, parecido a la respiración jadeante de alguien que la siguiera; y presa de pueril temor, volvía a veces el rostro atrás, riéndose al convencerse de su ilusión.
Díjole que desde que el Rey Samdai le señaló la mujer única, para que le siguiera y de ella se apoderara, anduvo corriendo por toda la tierra. Más él caminaba, más delante iba la mujer, sin poder alcanzarla nunca. Andando el tiempo, creyó que la fugitiva era Nicolasa, que con él vivió tres años en vida errante. Pero no era; pronto vio que no era.
Y como yo así le pedía que siguiera hablando, nos contó un cuento jocoso de ese mismo autor, titulado "La Nariz", sobre un panadero que un día se despierta, se mira al espejo y observa muy asustado que ha perdido la nariz. Y entonces, la mujer del panadero... ¡Oh, Camucha, después me lo contarás! Ahora sigamos, que ella puede venir de un momento a otro. Sí, después te contaré, te morirás de risa.
Palabra del Dia
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