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Actualizado: 13 de junio de 2025


24 para que el agravio de los setenta hijos de Jerobaal, y la sangre de ellos, viniera a ponerse sobre Abimelec su hermano que los mató, y sobre los señores de Siquem que corroboraron las manos de él para matar a sus hermanos.

Mi marido quería salir a la calle al frente de todas nosotras; pero le convencimos de que esto era una locura. Con su carga de setenta a la espalda, él hubiera partido de un lanzazo a cuantos mamelucos encontrara en la calle. ¡Ay, qué día! Cuando nos retiramos cada una a nuestro cuarto, en toda la casa no se oía más que «¡Viva el Gran Capitán

5 Y se halló en todo Israel que sacaban espada, once veces cien mil; y de Judá cuatrocientos setenta mil hombres que sacaban espada. 6 Entre estos no fueron contados los levitas, ni los hijos de Benjamín, porque Joab abominaba el mandamiento del rey. 9 Y habló el SE

»Volvimos a Constantinopla, y el año siguiente, que fue el de setenta y tres, se supo en ella cómo el señor don Juan había ganado a Túnez, y quitado aquel reino a los turcos y puesto en posesión dél a Muley Hamet, cortando las esperanzas que de volver a reinar en él tenía Muley Hamida, el moro más cruel y más valiente que tuvo el mundo.

Teruel la antigua, llamada Turba o Túrbula, que, según el P. Traggia contaria de setenta a ochenta vecinos, se hallaba situada en el lugar que hoy ocupa el ex-convento de Capuchinos, que se encuentra como a un cuarto de hora del punto en que hoy está la ciudad, frente al puente llamado del Cubo y a la izquierda de la carretera de Zaragoza, yendo de esta capital a la que es objeto de las presentes líneas.

Compró para la anciana Clement y para la pequeña Rosalía, que ya era grande, dos títulos de renta de mil quinientos francos cada uno, los cuales le costaron setenta mil francos, casi lo que gastó Pablo en su primer año de libertad en París, por la señorita Lise Bruyère, del teatro del Palais-Royal.

Los gastos que uno tiene son cada vez mayores. ¿A que no sabes lo que llevo gastado este año, vamos a ver? Poca cosa respondió el duque con sonrisa despreciativa. ¿Poca cosa? Pues pasa de setenta y cinco mil duros, y aún estamos en Noviembre. ¿Qué dices? manifestó el duque con viva sorpresa . No puede ser. Lo que oyes.

Sin decirla nada, sin saber lo que hacia, tanto ó más aturdido que mi amigo, abro mi cofre, y le doy los ciento setenta napoleones que necesita. Aquel hombre coge el dinero, me aprieta la mano sin decir palabra, y con los ojos humedecidos, sale precipitadamente de mi habitacion. Si él no me paga, exclamé para , Dios me lo pagará.

El promedio anual de la temperatura de las tierras bajas es de setenta y cuatro grados Fáhrenheit, mientras que la de la meseta no es más que cincuenta. Hay dos estaciones: la de las lluvias, que dura de diciembre a mayo, y la de la seca, de mayo a diciembre. El clima de la meseta es salubre y fortificante. Las montañas abundan en riqueza mineral.

Vaya, vaya, no me metas los dedos por los ojos, Julián.... A no ser que en esos setenta y cinco mil duros estén incluidos los gastos de la casa que estás fabricando en el Horno de la Mata. Pues naturalmente. Al duque le acometió al oir esto tal golpe de risa, que por poco se ahoga. Cayósele el cigarro. La faz, ordinariamente amoratada, se puso ahora que daba miedo.

Palabra del Dia

rigoleto

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