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Telémaco, con mil pesetas en el bolsillo extraídas de un costurero que servía á su madre de caja de caudales, se embarcó al día siguiente. Una pequeña maleta sacada de su casa con lentas y hábiles astucias era todo su equipaje.

Servía de amanuense en la escribanía mayor del gobierno, cuyo cargo de escribano mayor era desempeñado entonces por el marqués de Salinas, quien pagaba a nuestro joven veinte duros al mes, le daba por pascua del Niño Dios un decente aguinaldo y se hacía de la vista gorda cuando era asunto de que el mocito agenciase lo que en tecnicismo burocrático se llama buscas legales.

La mañana venida, levántamenos, y comienza a limpiar y sacudir sus calzas y jubón y sayo y capa. ¡Y yo que le servía de pelillo! Y vístese muy a su placer de espacio.

Al real en mal punto fue traido Por ciertos capitanes, y llegado El Juan Ortiz le prende, que ha sabido Que entre los indios era respetado. En su busca veinte indios han venido; Un Guaranì, que entre ellos se ha criado, Y de lengua servia, ha sido preso, Y oid de estas prisiones el suceso.

Despreciador de los bienes mundanos, su sombrero, que le servía de blanco o de pelota, se distinguía de los demás sombreros como él de los demás jóvenes.

Cuanto es posible serlo en este mundo respondió la condesa . Vive muy retirada, sobre todo desde que se han presentado síntomas de hallarse en estado de buena esperanza, según la expresión alemana de que servía don Federico, expresión harto más sentida, y menos meliflua que la inglesa de estado interesante, a la cual hemos dados carta de connaturalización...

Aquel cautivo primero del primer banco, cuyo rostro le disfigura la sangre que se le ha pegado de los golpes del brazo muerto, soy yo, que servía de espalder en esta galeota; y el otro que está junto a es éste mi compañero, no tan sangriento, porque fué menos apaleado.

Cuando Dunstan Cass le volvía la espalda a la choza, Silas Marner no estaba ni a cien pasos de allí. Volvía penosamente de la aldea. Una bolsa cargada al hombro le servía de sobretodo, y llevaba una linterna de cuerno en la mano. Sus piernas estaban cansadas, pero su espíritu, que no presentía ningún cambio, se sentía ágil.

Igualmente son ridículas dijo Maltrana las lamentaciones por el trabajo de los indios en las minas. Cualquiera creerá que sólo trabajaban ellos. El indio servía para el arrastre de los minerales, como hoy mismo sirven los hombres libres en las minas que carecen de maquinaria.

Rafael reconoció entre ellas la barca que en otro tiempo le servía para sus solitarias excursiones por el río, y que, olvidada por su dueño, iba soltando la blanca capa de pintura.