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Actualizado: 25 de junio de 2025


Yo le aseguro á usted que será sentimental, será de esas que dan convulsiones y síncopes; hará llorar á todo el género humano, querido señor Duque le contesté abriendo el manuscrito por la primera página. Eso es lo que hace falta, amigo mío: sentimiento, sentimiento. En este siglo materialista, conviene al arte despertar los nobles afectos.

Aquello le parecía un sueño. ¿Su viaje á Madrid había sido cosa real ó visión percibida en aquel calabozo? Los pensamientos que en desorden y confusamente se agolparon en la mente del joven, no son para referidos. El primer sentimiento que en él se manifestó, fué una gran compasión de si mismo, que emanaba de la ridiculez con que los hechos anteriores le presentaban á sus propios ojos.

El verano se presentó Carlos Ohando, que venía de vacaciones del colegio de Oñate. Pronto notó Martín que, con la ausencia, el odio que le profesaba Carlos más había aumentado que disminuído. Al comprobar este sentimiento de hostilidad, dejó de presentarse en casa de Ohando. No vas ahora a vernos le dijo alguna vez que le encontró en la calle, Catalina.

¡Qué sentimiento mas razonable que el deseo de adquirir ó conservar lo necesario para las atenciones propias, y de aquellas personas de cuyo cuidado encargan el deber ó el afecto!

Tal sentimiento puede equivocarse fácilmente con el de la envidia.

Mirándola estaba Luscinda, no menos lastimada de su sentimiento que admirada de su mucha discreción y hermosura; y, aunque quisiera llegarse a ella y decirle algunas palabras de consuelo, no la dejaban los brazos de don Fernando, que apretada la tenían.

¿Y dónde no sucede lo mismo? se replica. Yo contesto que no sucede lo mismo en la mayor parte del mundo; yo contesto que esa disposicion del sentimiento y de los hábitos, es una especialidad francesa, al menos una especialidad parisiense.

¡Oh!...; yo no puedo sustraerme á un sentimiento de admiración sincera; yo no puedo ahogar en mi garganta el grito de entusiasmo que brota de mi pecho extremecido: ¡Viva el Ejército!

Siguió distraído por la muralla sin apartar los ojos del mar, cuyas olas batían á sus pies con dulce, armónico, son. Algunos minutos después se hallaba en el Campo del Sur frente á su casa. Se apoyó en el pretil del muro, y quedó sumido en profunda meditación. Pensó en los últimos reveses de amor que había experimentado, y un sentimiento de abandono invadió su corazón.

Este lance desgraciado causó una penosa impresión en don León por tratarse de dos amigos igualmente queridos, y bajo el sentimiento que le produjo escribió la composición que he mencionado, donde menudeaban los signos de admiración, los puntos suspensivos, las amargas reflexiones y los gritos de dolor, todo ello sostenido en un tono severo y digno, como el de las elegías clásicas.

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