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Actualizado: 19 de junio de 2025
Ramiro llegó de Salamanca el domingo 16 de febrero de 1592, dos días después de publicadas las sentencias. El Canónigo fue a visitarlo y enumerole una a una las condenaciones. No pareció muy satisfecho al decirle que a don Enrique Dávila y al licenciado Daza les habían otorgado la apelación. En cuanto a don Diego, sería ajusticiado al siguiente día.
CIPIÓN. Advierte, Berganza, no sea tentación del demonio esa gana de filosofar que dices te ha venido; porque no tiene la murmuración mejor velo para paliar y encubrir su maldad disoluta que darse a entender el murmurador que todo cuanto dice son sentencias de filósofos, y que el decir mal es reprehensión, y el descubrir los defetos ajenos, buen celo.
La moral, las costumbres, los prejuicios, el honor, todo obra suya. De pensar ellos de distinto modo, otra sería la actual organización de los hombres. Las cosas agradables a nuestros sentidos lo son porque así lo quieren los muertos; las desagradables e inútiles se ven sumidas en su vileza por la voluntad de los que ya no existen; lo moral y lo inmoral son sentencias dadas hace siglos por ellos.
Y que esto sea verdad véase por muchas e infinitas comedias que ha compuesto un felicísimo ingenio destos reinos, con tanta gala, con tanto donaire, con tan elegante verso, con tan buenas razones, con tan graves sentencias y, finalmente, tan llenas de elocución y alteza de estilo, que tiene lleno el mundo de su fama.
Domingo, veinte y cinco reos, cerrando la procesión los Muy Ilustres Señores Inquisidores asistidos de una gravísima comitiva de Reverendísimos Calificadores y Familiares Nobilísimos, que habiendo tomado todos lugar en sus puestos, y comenzada la Misa según costumbre, se pasó a leer las sentencias a los Reos que son los siguientes: REOS RECONCILIADOS EN FORMA CON abjuración formal: en el Auto primero de 7 de Marzo 1691
Tengo ya reunido un número considerable de vocablos belarminianos y entiendo algunas de sus sentencias. Por ejemplo: en la conferencia de hoy, la frase «está el que come ante el Diccionario, en el tole tole, hasta el tas, tas, tas», significa: «está el hombre ante el universo, mientras vive, hasta que muere». Esta es la versión literal.
Claro está, que si había diablos de esta clase y si Tiburcio contaba entre ellos, al cabo llegaría un momento en que Tiburcio cumpliría su condena y se encontraría indultado y horro de la esclavitud de la culpa. No poco de tan extraña opinión podía apoyarse, según Miguel de Zuheros había oído al Padre Ambrosio, en varias sentencias de Orígenes y de San Gregorio de Nisa.
Si no hubiera gramática, Belinchón, con sólo sus luces naturales, sería capaz de inventarla. Nadie manejó jamás como él ese lenguaje periodístico, ligero sí, pero brillante, lleno de frases consagradas por el uso de cien mil escritores, donde hasta los lugares más comunes, expresados con adecuado énfasis, resplandecen como profundas y misteriosas sentencias.
Sin duda que en los libros devotos, con la más sana intención, se interpretan harto duramente ciertas frases y sentencias de la Escritura. ¿Cómo entender, si no, que la hermosura de la mujer, obra tan perfecta de Dios, es causa de perdición siempre? ¿Cómo entender tampoco, en sentido general y constante, que la mujer es más amarga que la muerte? ¿Cómo entender que el que toca a una mujer, en toda ocasión y con cualquier pensamiento que sea, no saldrá sin mancha?
El señor Bellido era singularmente afecto a los puntos suspensivos. Todas sus sentencias dejaban un rumor silbante de cohete. El que le oía, quedábase anhelante, esperando el estallido de la nuez. Generalmente, los cohetes no llevaban nuez. Pero cuando estallaban, la bomba era de dinamita. Prosiguió el señor Bellido.
Palabra del Dia
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