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Actualizado: 6 de mayo de 2025
»Es un débil consuelo, señora, en un dolor como el suyo, el placer de la venganza. No obstante, nos sentimos orgullosos de poder decir a usted que hemos hecho gloriosos funerales a nuestro bravo comandante.
El motivo está patente; nos sentimos heridos; y quien piensa, quien juzga, no es el entendimiento ilustrado con nuevos datos, sino el corazon irritado, exasperado, quizas sediento de venganza. ¿Queremos apreciar lo que vale nuestro nuevo juicio? hé aquí un medio muy sencillo.
El Duque se enamoró de ella como un loco: hizo que uno de los más enfadosos poetas de aquel tiempo escribieran unas estrofas amatorias, que el joven apasionado deslizó suavemente en la mano de Salomé á la salida de un baile. Sentimos no tener á mano estas estrofas, porque son un documento notable y digno de ser conocido. En prosa neta contestó la joven; pero no fué menos expresivo su estilo.
La belleza del cielo, del agua que corre y la verdura de las plantas nos extasía. En este renacer del año, nos sentimos como transportados hacia la juventud del mundo y al nacimiento de la humanidad.
Como que este es un hecho de conciencia, no le conocemos por ideas abstractas, sino por intuicion: es el ejercicio de una actividad que sentimos en nosotros, en ese yo que somos nosotros mismos; esa actividad está presente para nosotros de un modo tan íntimo, que si alguna dificultad tenemos en percibirla, es á causa de su misma union, de su identidad con el sujeto que la ha de percibir.
Limpiad los ojos humidos del llanto, Mugeres tiernas, y tené entendido Que vuestra angustia la sentimos tanto, Que responde al amor nuestro subido, Ora crezca el dolor, ora el quebranto, Sea por nuestro bien diminuido, Jamas en vida ó muerte os dejaremos, Antes en muerte y vida os serviremos.
Y entonces nos sentimos animados de una existencia particular; no es la vida que nosotros tenemos, es una vida que nos da la naturaleza, una vida que nos da Dios.
Realmente empezamos á ser viejos añadió sonriendo , y sentimos necesidad de rozarnos con la juventud... ¿Era tu amante?... ¿Es él quien motiva tus preocupaciones? La duquesa palideció ante estas preguntas, mostrándose indecisa. Luego quiso hablar. Se notaba en ella el apresuramiento del que desea sincerarse; pero á su palidez sucedió una oleada de rubor.
Libre de la cárcel que la aprisionaba, la ninfa alegre mira el cielo azul, los árboles, las hierbas, las cañas que se balancean; refleja la inmensa naturaleza en el hermoso zafiro de sus aguas, y, sugestionados por sus límpidas miradas, nos sentimos poseídos de misteriosa ternura.
No muy lejos de ella se promovió una reyerta entre los curiosos y los agentes de orden público, que hizo retroceder y ondular a la muchedumbre. Nosotros sentimos, aunque no muy fuerte, el efecto de esta agitación. El hombre de la capa exclamó: ¡No puedo resistir a estos del orden!... ¡Mire V. qué modo de tratar al pueblo! No paece más que ellos son los que nos dan permiso pa ver el espetáculo!
Palabra del Dia
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