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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Jacobo volvió a preguntar: ¿Y te acuerdas de unos sellos de lacre, dos verdes y uno rojo, que te regalé aquella noche? Sí replicó el tío Frasquito más animado. ¿Qué has hecho de ellos?... En mi álbum los tengo... ¿Quierres verrlos? Enséñamelos.
No merece que vuelvas a pensar en la muy sinvergüenza. ¿Que qué hacía? Ponerte cuernos. ¡Como si con un granadero como tú no tuviera bastante una pitifláutica como aquélla! Todas las del coro sabíamos que tú le regalaste el mantón bordado y la mar de medias. Decía que te iba a dejar el estanco hasta sin esponja para mojar los sellos.
Están los nombres en el cosmos es decir, en el diccionario como aves en jaula, o como vivos narcotizados y escondidos en sepulcros con siete sellos.
Yo era, desde hacía mucho tiempo, su notario y el de su familia; así, pues, su encargo me correspondía de derecho. En seguida procedimos a levantar los sellos judiciales. No les hablaré de los detalles del inventario, aunque no deje de haber mérito en un inventario bien hecho y bien dirigido.
9 y cantaban un nuevo cántico, diciendo: Digno eres de tomar el libro, y de abrir sus sellos; porque tú fuiste muerto, y nos has redimido para Dios con tu sangre, de todo linaje y lengua y pueblo y nación; 10 y nos has hecho para nuestro Dios reyes y sacerdotes, y reinaremos en la tierra.
Algo ha traído... Pues te contaré el negocio, que es grande, tremendo. Es un secreto que ha descubierto. ¡Un secreto!... Y lo guardará... como es debido. No, lo pone a disposición de todo el mundo. Ha hecho unos prospectitos, ¿sabes? Luego ha puesto un anuncio en los periódicos, diciendo que el que quiera saber el secreto del negocio mande veinte reales en sellos. Ajajá.
Los sellos de correo se venden, las cajas de cerillas también... ¿Con qué creen ustedes que he comprado yo el gran lavabo que tenemos en el asilo? Pues juntando cabos de vela y vendiéndolos al peso. El otro día me ofrecieron una petaca de cuero de Rusia. «¿Para qué le sirve eso?» dirán estos señores.
De una manera semejante, el alma construye el mundo externo: aplicándole sus sellos y sus formas, y creyendo luego que le viene á ella de fuera, lo que de ella misma se ha comunicado á lo de fuera.
El Cónsul yankee le había hecho comprender o creer que, por culpa de aquella clausura y de aquella incomunicación en que los paraguayos habían vivido, todos ellos se habían quedado, salvo la moral y el dogma de Cristo, que conocían aunque de un modo burdo, en inmenso atraso con relación a lo restante de la humanidad; y que todo cuanto esta había descubierto, inventado, experimentado, fabricado y averiguado durante ocho mil o nueve mil años, era para los paraguayos asunto desconocido, arcano tenebroso, libro de siete sellos.
Ulises hacía saltar los sellos y examinaba el papel, entendiendo con facilidad su lenguaje convencional, escrito con arreglo á una cifra común. Lo primero que buscaba era el puerto de destino; luego, el orden de formación. Marchaban en fila única ó en doble fila, según la cantidad de buques.
Palabra del Dia
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