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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Intentó la fiera un salto impotente; dió vuelta en torno del árbol midiendo su altura con ojos enrojecidos por la sed de sangre, y al fin, bramando de cólera, se acostó en el suelo, batiendo sin cesar la cola, los ojos fijos en su presa, la boca entreabierta y reseca.

Corpus vero poematis sic ornat, componit et illustrat, ut nihil á symmetria et pulchritudine discrepet, imo sic aptat, ut non ab humano ingenio, sed ab ipsa natura profectum esse videatur. In latinis paucos reperies illi pares in aliquibus, in omnibus neminem. In Graecis multo plures. Est in Latinis Maro divinus, hujus tamen Aeneidam ad Jerusalem Lupi appone.

En cambio, no sólo puedes apaciguar tu sed en mi corriente, sino contar con mis servicios cuando el agua del cielo haya restablecido mis fuerzasEl pollito le respondió: «Puedo, pero no quiero. ¿Acaso tengo yo cara de criado de arroyos pobres y sucios?» «¡Ya te acordarás de cuando menos lo pienses!», murmuró con voz debilitada el arroyo.

La Pacha-Mama es una diosa benéfica que está en todas partes y lo sabe todo, resultando inútil querer ocultarle palabras ni pensamientos. Representa la madre tierra, y todo arriero que no es un desalmado, cada vez que bebe, deja caer algunas gotas, para que la buena señora no sufra sed.

Es el agua para el elemento árido una constante hidroterapia que le cura de su sequedad; ella apaga su sed, le da el sustento, hincha sus frutos, sus mieses. ¡Extraña y prodigiosa hada! Con poco, lo produce todo; con poco, todo lo destruye: basalto, granito y pórfido. Ella es la gran fuerza si bien la más elástica, que se presta á las transiciones de la universal metamorfosis.

Pásale la mano por el lomo; verás qué pelo tan fino... No tengas miedo, que no la suelto. Y continuaba los elogios del repugnante y sanguinario animal. La hacía cazar siete días seguidos sin fatigarla. Algunas veces mataba hasta cincuenta conejos: siempre tenía sed de exterminio.

Entre estos venian dos desertores del pueblo de San José, que se habian desertado con otros nueve, de los cuales solo estos dos vivieron, habiéndose muerto los otros y el negro de D. Juan de la Piedra, al rigor de la inclemencia de estos campos, excesivo calor, hambre y sed, á mas 18 que se mandaron buscar entre hombres, mugeres y criaturas.

Noticiosos los granadinos de que la sed acosa á la hueste cristiana, salen á picarles la retirada, y sin propósito deliberado de trabar batalla la comienzan, con tan buena suerte, que el infante D. Juan se ve en el mayor aprieto.

Así estuvo paseando media hora. La sed le abrasaba... ¿por qué no se iba? porque no quería dejarlos pasar sin verlos; sin ver los coches, se entiende. Ana volvería, era natural, en la carretela, y al pasar junto a un farol podría verla, sin ser visto, o por lo menos sin ser conocido. La sed que esperase. El reloj de la Universidad dio tres campanadas. ¡Tres cuartos de hora!

13 Por tanto, mi pueblo fue llevado cautivo, porque no tuvo ciencia; y su gloria pereció de hambre, y su multitud se secó de sed. 16 Pero el SE

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