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PICHONES ASADOS. Después de limpios y sazonados, se doran en una sartén con manteca de cerdo o de vaca; en la misma se fríe una cebolla entera y una rama de perejil, se echa un cacillo de caldo, se hace cocer a fuego lento hasta que disminuye el caldo, se quita la cebolla y el perejil, y se sirve.

Entonces era como planta silvestre de flor menuda y desabrido fruto, y ahora como planta cultivada con el mayor esmero, rica en flores odorantes y pomposas y en los frutos más exquisitos y sazonados.

Al momento de servirlo, se cogerá una raja de naranja de las mayores, se introduce en ella el mango de la cocotera y se sirve en fuente de metal con servilleta debajo. HUEVOS A LA TURCA. En una sartén con manteca se fríen ajos, cebollas, tomates y pimientos; cuando todo está frito se echan los huevos, friéndolos en la manteca que sobresale; bien sazonados de sal, se sirven.

Los huesos y desperdicios del conejo se cuecen aparte sazonados de sal y se hace un jugo espeso que se cuela y se vierte sobre el molde, de manera que forme una jalea, y al tiempo de servirlo se saca como un flan. BOCADILLOS DE AVE. Se pican pechugas de ave y jamón fresco; se echa sal, pimienta y cebolla.

Danvila, calificado como se quiera el género a que pertenece, es desde luego muy importante trabajo, y cierta y brillante promesa además de otros sazonados frutos que el ingenio y la laboriosidad del autor han de producir en adelante.

Poca razon aveis tenido, pues, fuera de la obligacion en que pone la cortesia, á no dezir mal el combidado de los platos que le ponen delante, por mal sazonados que esten en menosprecio del que combida.

Animaba tambien este Aquitofel á los sanguinarios enemigos con sus sazonados y agudos chistes. Y no ignorando el odio antiguo de los Brasileros, que aborrecen á los pastores de este rebaño, y para hartar tambien el suyo, se llamaba compañero de ellos, y se les ofrecia á correr la tierra, y recoger las cabezas de los PP. que cortasen las espadas vencedoras de Gomez Freire.

Carnes, volatería y pescados sazonados como hoy decimos, muy al natural, sin los mil compuestos condimentos de la cocina moderna, legumbres y bastos, aunque apetitosos dulces, vinos puros y generosos, frutas etc., eran los fundamentos por decirlo, así de los yantares de aquellos sóbrios varones; y á medida que los tiempos avanzaron fueron quilatándose los placeres de la mesa con las finuras del paladar hasta los venturosos tiempos presentes en que la «química» ha sustituido muchas principales sustancias alimenticias por exquisitas drogas, falsificando aquellas con una sorprendente habilidad en sus relaciones con la vista y con el paladar.

Me limito, y debo limitarme, a tratar de ciertas obras muy recientes, prueba, en mi sentir, de que dicho movimiento no es estéril, sino que en aquel mismo terreno produce sazonados frutos, prescindiendo de los cultivadores andaluces que vienen a Madrid, como los Alvarez Quintero y no pocos otros, a producirlos y exponerlos.

Hoy, por dicha, me lisonjeo yo y me complazco creyendo que la aptitud renace, y esperando que ha de dar frutos no menos sazonados y sabrosos que los que vienen de Francia, de Inglaterra, y hasta de Suecia, Rusia y Polonia, que gustan y saborean con tanto deleite las personas cultas y que nuestros críticos suelen poner tan por las nubes.