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Actualizado: 19 de octubre de 2025


Esta fué la sanidad que milagrosamente dió la madre de Dios á Zumacaze, sobrino del cacique, que abrasado por muchas semanas continuas de una maligna fiebre, se le habían secado las carnes y consumido las fuerzas, de suerte que, como incurable, le habían, á su usanza, dejado en un total desamparo.

La atroz convicción de que la puerta de la casa de sanidad iba a cerrarse sobre su hija querida, le oprimía el corazón y hacía correr por todo su cuerpo un frío glacial. Después de haber permanecido un rato inmóvil y como inerte, una inspiración brusca y misteriosa la hizo erguirse vivamente con un rayo de alegría en los ojos.

De pronto suena la campanilla, entra un señor y pasa a la sala... Es el papá de la novia de Miquis, que viene a consultarle un punto de Higiene. Augusto deja a Isidora en su despacho, y tiene que resistir durante una hora la embestida de su suegro, el cual le habla de Sanidad y de la fundación de la Penitenciaría para jóvenes delincuentes. Cuando su suegro se marcha, Miquis vuelve al despacho.

La viuda le contó en pocas palabras y de prisa lo que había sucedido; cómo habían resuelto encerrar a su hija en una casa de sanidad desconocida; lo que había sufrido ante ese peligro extremo; cómo, inspirada por la desesperación, había osado intentarlo todo, y cómo el intendente, después de una larga resistencia, le había entregado la prueba de su derecho de madre, y del rapto de su hija.

-Bien está todo eso -replicó don Quijote-, pero quédense los zapatos y las sangrías por los azotes que sin culpa le habéis dado; que si él rompió el cuero de los zapatos que vos pagastes, vos le habéis rompido el de su cuerpo; y si le sacó el barbero sangre estando enfermo, vos en sanidad se la habéis sacado; ansí que, por esta parte, no os debe nada.

Subió rápidamente la escalera y fué a refugiarse a su cuarto, donde se dejó caer sobre una silla, y escondió la cabeza entre las manos. ¿Quién era ese hombre vestido de negro? Probablemente un médico. ¿Qué iba a hacer a Orsdael, donde nadie estaba enfermo? ¿Por qué tenía que quedar solo con Elena? ¡La casa de sanidad!

Como esta opinión crece más de prisa que la sanitación en Manila, vemos que a cada momento se censura al Buró de Sanidad, llegando hasta el punto de acusarle de que por su culpa aumentan las condiciones antihigiénicas, cuando, en realidad, lo que sube es el clamor de la opinión prohigienista, en virtud del aumento de los individuos que comprenden la higiene y exigen la aplicación rigurosa de sus leyes y principios.

Que de hermosura y sanidad constasen Las vírgenes que al Moro se entregasen. Sin salud, sin ornato, sin belleza, Triunfos ya del dolor más lastimoso Despojos son del llanto y la tristeza. y entonces enseñan todas sus brazos izquierdos mutilados, puesto que se han cortado las manos.

Se me ocurre una idea. ¿Si partiera para París con Elena? ¿Y por qué no para la casa de sanidad? No hay pocas casas de sanidad en Francia. No comprendo vuestra intención. Reparad, señora, que la autoridad podría preguntarnos el nombre de la casa de sanidad, y quizá nuestros enemigos consiguieran de ese modo su objeto.

Estas deben correr NO á SE, para impedir las humedades que ocasionan en los edificios los rumbos N á S, por la franqueza con que cuando está el sol en nuestro hemisferio, baña los cuatro frentes. Deben tener de ancho de 20 á 24 varas, si es posible, por la mayor luz, sanidad y desahogo. Cada cuadra ó manzana contendrá 100 varas, que se dividirán en 8 solares, ó mas si conviniere.

Palabra del Dia

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