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Actualizado: 16 de junio de 2025
Y como la señora Aubry la mirase interrogativamente, María Teresa contó la conversación que había sorprendido, el sacrificio de Juan poniendo sus haberes en el fondo social de la cristalería, para asegurarle a ella el casamiento con otro, aunque la amaba en silencio desde hacía mucho tiempo.
Ana participó un momento de aquella voluptuosidad andrajosa. Pensó en sí misma, en su vida consagrada al sacrificio, a una prohibición absoluta del placer, y se tuvo esa lástima profunda del egoísmo excitado ante las propias desdichas. «Yo soy más pobre que todas estas.
No lo sabía continuó el barón ; ni la entiendo. ¿Queréis tener la bondad de explicármela, señor Arias? Rafael miró al soslayo a su prima, alzó los ojos al cielo, como si fuera a hacer un sacrificio, y dijo: Cuando ocurre un accidente sin percibirlo, es porque la atención lo ha dejado pasar sin darle el quién vive, es decir, sin averiguar de dónde viene ni adónde va.
Hay un medio, señora, de que ese sacrificio no caiga sobre vos. ¡El medio de vivir como dos amigos, como dos hermanos! Si no sois más que mi amiga ó mi hermana, podíais ver mañana á un hombre... amarle... ¡No he amado cuando era libre!... ¡y me han importunado!
En su centro se eleva el madero de la cruz como foco de todo Sér y de sus diversas evoluciones, para expresar el sacrificio, hecho en aras de la humanidad por el espíritu infinito, y en virtud de su infinita misericordia.
8 y pondrá su mano sobre la cabeza de su ofrenda, y después la degollará delante del tabernáculo del testimonio; y los hijos de Aarón rociarán su sangre sobre el altar en derredor. 9 Y del sacrificio de la paz ofrecerá por ofrenda encendida al SE
17 si bien no se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros corazones. 18 Y diciendo estas cosas, apenas apaciguaron la gente, para que no les ofreciesen sacrificio.
19 Y le hacía su madre una túnica pequeña, y se la traía cada año, cuando subía con su marido a ofrecer el sacrificio acostumbrado. 20 Y Elí bendijo a Elcana y a su mujer, diciendo: El SE
En tan largo lapso de tiempo, Valeria estuvo muchas veces a punto de renunciar a su tremendo sacrificio: en más de una ocasión le faltó poco para volver a la aldea, exigir que le devolviesen los niños y escudriñarles el cuerpo para distinguirlos, hasta recobrar la certeza de cuál era el ajeno y cuál el suyo. Su vida fue un martirio insoportable; mas lo padeció sin arrepentirse de lo hecho.
No digamos que le quería, según su concepto y definición del querer; pero le había tomado un cierto cariño como de hermana o hermano. No era ni podía ser el hombre por quien la mujer da su vida, encontrando espiritual goce en este sacrificio; era simplemente un ser cuya conservación y bienestar deseaba.
Palabra del Dia
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