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Las bromas groseras del valentón hacían rugir de risa á la concurrencia. A toda aquella gente, que aún guardaba el mal sabor de la paga de San Juan, le hacía mucha gracia ver tratados á sus amos tan cruelmente. ¡Ah!

De todo lo cual resulta una armonía asaz melancólica, de sabor romántico muy marcado. El romanticismo podrá huir de las costumbres y ser arrojado de la novela y el teatro; más siempre hallará un nido tibio y delicioso donde guarecerse en el corazón de las jóvenes artesanas de Sarrió.

Los moros de Berbería pregonan glorias de aquella tierra, al sabor de las cuales corren los moriscos de ésta, y dan en los lazos de su desventura.

Veíanse como á distancia de tres millas dos navios que combatían, y los traxo el viento tan cerca del navío francés á uno y á otro, que tuviéron el gusto de mirar el combate muy á su sabor. Al cabo uno de los navios descargó una andanada con tanto tino y acierto, y tan á flor de agua, que echó á pique á su contrario.

El sentimiento de los celos, la amargura de no haber sido el primero y el único, rejuvenecía la pasión del marino, alejando el cansancio de la hartura, dando á las caricias de ella el sabor acre, desesperado y atrayente al mismo tiempo de una forzosa confraternidad con ignorados antecesores.

Aún estaban muy lejos de la desembocadura del río, y sin embargo enviaba hasta allí su corriente, modificando el sabor y el color del Océano. Es enorme nuestro río, ¿no?... ¿Qué le parece, che? preguntaba con orgullo patriótico, gozándose de la estupefacción de Maltrana. Los dos amigos hablaron de la falsedad de su título.

Al atardecer avanzaban por los caminos, orlados de álamos con inquieto follaje de plata, grupos de muchachas que llevaban su cántaro inmóvil y derecho sobre la cabeza, recordando con su rítmico paso y su figura esbelta á las canéforas griegas. Este desfile daba á la huerta valenciana algo de sabor bíblico.

Su mirada risueña y dulce, fija en la de su compañero, parecía decirle: «¿Qué mejor juego que estar juntos? Disfrutemos de este bien que siempre nos han dado con tasa». En vista de tan cariñosas disposiciones, Perucho se entregó al placer de halagarla a su sabor.

Pedro Sánchez me parece mucho mejor novela que El buey suelto; pero me quedo con El sabor de la tierruca y con Don Gonzalo. Y, por otra parte, esta opinión mía a nadie quiere imponerse.

De esta forma han errado los Botánicos, que atribuyen unas mismas virtudes á las plantas que se parecen, ó á las que tienen semejanza en el sabor y otras afecciones sensibles, sin contar con la relacion precisa que han de tener con el cuerpo humano, y la idiosincrasia, que acompaña á cada una de ellas.