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Actualizado: 8 de octubre de 2025
Pues ahora no encuentro sitio aquí cerca... Aguarda un poco... aguarda... Podríamos bajar la despensa al sótano y quedaba un cuartito, que bien arreglado, acaso serviría... Lo que hay es que no comunica con estas habitaciones. Tendrías que cruzar el pasillo. ¡Qué importa eso! Fueron de nuevo al comedor y se sentaron en el mismo rincón.
La escena primera de El escondido y la tapada, tiene singular semejanza con la de Tirso, Por el sótano y por el torno.
Viviendo la mayor parte del día en el sótano donde la máquina civilizadora funciona, aquel hombre se había identificado con ella; formaba parte de su mecanismo; y la armazón ingeniosa, pero inerte, obra pura de las matemáticas, se convertía en ser inteligente cuando al impulso del monstruo movía sus ruedas, ejes y cilindros como si fueran órganos animados por recóndita vida.
Y Tirso de Molina, en el acto III de Por el sótano y el torno, hace decir a Santillana, escudero viejo, cuando se dispone a dejar de servir a su ama, porque le ha reprendido: «¡Miren, porque la doy luz de amantes embustidores! QUITERIA. ¿Quién es doña Escalera? D.ª TORRE. Vna criada. QUITERIA. ¿Con don? D.ª TORRE. Sí, que autoriza una donada.»
Desgraciadamente, esos archivos son muy ricos y el palomar está lleno de ellos desde el techo hasta el sótano. Ayer, había ido muy temprano á casa de la señorita Porhoet, con el fin de acabar antes de la hora de almorzar el examen del legajo núm. 115, que había comenzado la víspera.
En efecto, tuve valor para acercarme y ver.... Una estrecha escalera de piedra bruta descendia de la abertura ó puerta, practicada al pié del muro, al fondo de una cueva ó sótano húmedo y pestilente, sin mas luz que la muy confusa que entraba de la calle por entre los barrotes de una reja de hierro.
De repente Tarlein se dio una palmada en la frente exclamando: ¡Pero la guardia, la guardia de honor, que vendrá aquí, verá y se enterará de todo! ¡Bah! No la esperaremos. Iremos a caballo a la estación de Hofbau, donde tomaremos el tren, y cuando llegue la guardia ya habrá volado el pájaro. ¿Y el Rey? En el sótano, adonde lo voy a transportar ahora mismo. ¿Y si lo descubren? No lo descubrirán.
Puesta en tortura la imaginación, Antoñico ideaba las citas más estupendas y extravagantes; unas veces en el sótano, otras en el cuarto de un actor que estaba en escena; pero todas breves y agitadas, porque el tramoyista era pegajoso como recién casado, y Antoñico no tomaba el aspecto de tigre sino con las damas.
Palabra del Dia
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