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Actualizado: 20 de mayo de 2025


El escrito de apelacion que esto contenia fué presentado por el bachiller Diego Rodriguez de Jaen con su carta de poder en 8 de julio de 1472, en la villa de Montemayor, por ante Juan Gonzalez y otros escribanos y notarios públicos, en las casas mismas donde tenia su habitacion el obispo D. Pedro, y hallándose presente su ilustrísima.

Damian de Vegas: en Toledo, por Pedro Rodriguez, 1590; además esta otra, que sólo se encuentra manuscrita: Fiestas Reales de justa y torneo, pleito sobre la iglesia, sacerdocio y reino de Christo. Farsa en cinco actos, en verso, por Fr. Miguel de Madrid.

D. Jacinto Rodriguez y demas gefes de la milicia, acordaron con ellos un convenio, con la condicion de que asistiesen á la villa con los víveres necesarios á la subsistencia de su vecindario.

En este conflicto se dudaba el medio que debia elegirse: no habia armas, ni pertrechos; hacíanse cabildos públicos y secretos; nada se resolvia por falta de dinero en la caja de propios, ó por decirlo con mas propiedad, por no haber tal caja, porque hacia muchos años se habia apoderado de su fondo D. Jacinto Rodriguez.

-Dígame, señora doña Rodríguez -dijo don Quijote-: ¿por ventura viene vuestra merced a hacer alguna tercería? Porque le hago saber que no soy de provecho para nadie, merced a la sin par belleza de mi señora Dulcinea del Toboso.

Segunda parte: Repertorio terapéutico y sintomatológico, ó tablas alfabéticas de los principales síntomas de los medicamentos homeopáticos con avisos clínicos; traducido del francés al castellano de la última edicion, por D. Silverio Rodriguez Lopez, médico homeópata. Segunda edicion española. Madrid, 1858, 4 tomos en 8.º, 80 rs. en Madrid y 96 en provincias, franco de porte.

Estando en esta sesion, las gentes que cubrian los corredores dieron golpes por varias ocasiones á la puerta de la Sala Capitular, oyéndose los voces de que querian saber lo que se trataba: y uno de los Señores Comandantes, D. Martin Rodriguez, tuvo que salir á aquietarlas.

Bien quisiera yo hablar aquí del movimiento intelectual de Málaga, en el día de hoy; de Málaga, de donde nos han venido a Madrid periodistas tan infatigables como D. Andrés Borrego; tan eminentes hombres de Estado como Cánovas, y los más notables iniciadores y promovedores del género andaluz como Estébanez Calderón y D. Tomás Rodríguez Rubí.

-Siempre los escuderos -respondió doña Rodríguez- son enemigos nuestros; que, como son duendes de las antesalas y nos veen a cada paso, los ratos que no rezan, que son muchos, los gastan en murmurar de nosotras, desenterrándonos los huesos y enterrándonos la fama.

Allí acudían, como todo el mundo sabe, personajes tan arcaicos y retrógrados como D. Primitivo, don Juan Crisóstomo, el cura de Vegalora y el de la Segada; conservadores partidarios del justo medio como D. Lino Pereda, D. Ignacio Valcárcel y otros; liberales templados como D. Baltasar Rodríguez, el juez y el promotor fiscal, y, por último, republicanos federales socialistas con todas sus consecuencias como Paco Ruiz y su sabio amigo el joven krausista Homobono Pereda, hijo de D. Lino.

Palabra del Dia

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