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Actualizado: 19 de julio de 2025


Lo que poseemos lo ganamos con nuestro heroísmo. La oculta rodilla se hizo más insinuante, como si aconsejase prudencia al joven con sus dulces frotamientos. No diga usted esas cosas suspiró Berta . Eso sólo lo dicen los republicanos corrompidos de París. ¡Un joven tan distinguido, que ha estado en Berlín y tiene parientes en Alemania!...

Por algunos instantes no se oyó más que ¡viva Consuelo! ¡viva Consuelo! entre la muchedumbre frenética. No hay quien no quiera ayudarla y quien no la colme de flores y agasajos. El alférez atlético, con ademán caballeresco, pone una rodilla en tierra y la invita a que afiance el pie sobre su muslo. La intrépida joven no se hace de rogar y lo ejecuta, sentándose de un salto en la tabla.

Cuando llegó el momento de entregarle la esquela del Conde y doblar ante él la rodilla, don Alonso sintiose temblar de la cabeza a los pies. El Rey leyó brevemente.

No te señalaré de las estrellas Ni el claro sol, las rutilantes huellas, Para elevar tu mente al Hacedor: No obligaré á que dobles la rodilla Al que arrojó en el mundo la semilla Del árbol que se eleva á su Criador.

Las personas de edad que viven independientes participan algo en esta fiesta. Visitan á sus padres y tíos, doblan una rodilla y desean las buenas pascuas: su aguinaldo consiste en un dulce, una fruta, un vaso de agua ó un regalito cualquiera insignificante.

Empezó por echar al vuelo, con ayuda de su abanico, un numeroso enjambre de mariposas, hechas a nuestra vista de pequeños pedacitos de papel de seda, y las mantuvo en el aire durante el resto de la sesión. Por cierto que el juez probó de agarrar una, que se había parado en su rodilla, y escapósele con la ligereza de un lepidóptero de verdad.

No es como en Francia, donde andábamos siempre á puñadas con los hombres y con la rodilla en tierra y la mano abierta ante las mujeres. ¡Qué tiempos aquellos! Con tal que vuelvan pronto.... Y además, se trata de saldar una cuentecilla pendiente.

Ella tornó a sacudir la cabeza: No, no es cierto... ¡María Elvira! llamó Angélica de lejos. Todos saben que la voz de los hermanos suele ser de lo más inoportuna. Pero jamás una voz fraternal ha caído en un diluvio de hielo y pez fría tan fuera de propósito como aquella vez. María Elvira tiró el papel y bajó la rodilla.

De chico tomé un golpe en una rodilla, y no si por el tratamiento del curandero, que me aplicó únicamente emplastos de harina y de vino, o por qué, el caso es que padecí, durante bastante tiempo, una artritis muy larga y dolorosa. Quizá por esto me crié enfermizo, y el médico aconsejó a mi madre que no me llevara a la escuela. Mi infancia fué muy solitaria.

Que tardó una hora larga en llegar; porque el señor don Santiago Núñez estaba con un ataque reumático hacía una semana, y, aunque ya se levantaba, no podía salir a la calle: gracias que arrastrando, arrastrando, lograba llegar desde el dormitorio a su despacho. La rodilla, la pícara rodilla derecha, que no acababa de jugar los goznes como la otra, tenía toda la culpa.

Palabra del Dia

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