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Actualizado: 9 de junio de 2025
Un día entero gastó en pasar una fragosa montaña, con grande trabajo y riesgo, no de los indios acostumbrados á trepar fácilmente por las peñas, sino del Padre; y siéndole preciso hacer alto á la falda, no halló con qué desayunarse; por lo cual un cristiano, de nación Manacica, movido de compasión, quiso componerle unas yerbas que eran las delicias de sus dioses, mas por mucho que estuvieron al fuego, jamás se pudieron cocer.
El marinero de aquella época correría hoy el peligro de que se le acusara de pirata ante un tribunal. Por ejemplo, poca duda podría abrigarse que los tripulantes del buque de que hemos hablado, aunque no de lo peor de su género, habían sido culpables de depredaciones contra el comercio español, de tal naturaleza, que pondrían en riesgo sus vidas en un moderno tribunal de justicia.
Pedía consejo a su doncella si daría, o no, todo aquel suceso a su querido esposo; la cual le dijo que no se lo dijese, porque le pondría en obligación de vengarse de Lotario, lo cual no podría ser sin mucho riesgo suyo, y que la buena mujer estaba obligada a no dar ocasión a su marido a que riñese, sino a quitalle todas aquellas que le fuese posible.
Tenía conciencia de que un mundo de ideas y sentimientos, que por otra parte no tardaría en descubrir, me estaba cerrado. Dudaba, que el juicio de mi tía sobre la humanidad fuese absolutamente justo, y comprendía que ignoraba muchas cosas, y que corría el riesgo de quedar por largo tiempo en mi ignorancia.
Y si uno pasa cuando refluye el agua, corre riesgo de ser tragado: hablo con fundamento de causa, pues faltó poco para que me aconteciera un accidente. Un ligero vehículo en que me encontraba, desapareció en dos minutos, caballo y todo, y yo escapé milagrosamente.
Sin embargo de lo cual, me añadió, en aquel mismo puerto pastaban en los primeros meses del verano, y sin riesgo alguno por lo común, muchas cabañas de ganado, hasta de los valles de la marina, y aun me enseñó algunas chozas de vaqueros, recientemente abandonadas y que muy pronto desaparecerían bajo la nieve.
No imitemos la peligrosa práctica de muchos modernos novelistas y dramaturgos, que apoderándose de los personages históricos para entretener con sus hechos los ocios de los aficionados á aventuras prodigiosas, y fundando en la mera posibilidad sus invenciones, suplen el silencio de las crónicas acumulando sobre ellos á placer interesantes monstruosidades, esponiéndose al riesgo de que un ignorado y empolvado documento producido á nueva luz los deje como infamadores convictos.
Fué preciso dar sobre todo esto, mi opinión y mis consejos. La señorita Margarita lo solicitaba con una especie de afectación cruel. Yo obedecía con agrado; luego entraba en mi torre, tomaba de un cajón secreto el despedazado pañuelo que con riesgo de mi vida había salvado y enjugaba mis ojos. ¡Cobardía aún! pero ¿qué hacer? La amo.
Al tercero, á eso del medio día, creyendo estar aún muy lejos de los Jurucarés, se halló casi á sus puertas; y no pudiendo dejar de ser descubiertos, llamó á sus cristianos y les manifestó el riesgo evidente que corrían de perder la vida á mano de aquellos bárbaros, enemigos capitales del nombre de Cristo, si Dios no los libraba milagrosamente; por lo cual, hecho un fervoroso acto de contrición, les dió la absolución general.
A este fin, no sin grande riesgo suyo, quiso registrar el país para observar más de cerca los pasos del enemigo; y pasando por las Rancherías de los Boxos, Tabiquas y Taus, fué recibido de ellos con mucho agrado.
Palabra del Dia
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