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Su mérito personal, a pesar de su soberbia confianza en este punto, no está todavía más que en el estado de esperanzas, y yo espero que se digne revelarse. ¡Ah! miss Darling, la juventud es también un mérito que se aprecia mucho, sobre todo cuando está lejos. En una mujer, , como la belleza; pero en un hombre es cosa superflua.

Quedamos, pues, en que dar el «» es facilísimo; sale solo; se revela en la emoción que nos embarga; por muy quedo que se diga, lo expresa muy alto el estado de nuestro ánimo. Lo difícil, lo árduo, es decir «no», negarse a la relación solicitada. En esta ocasión es cuando ha de revelarse la educación de la mujer, su finura espiritual, los recursos de su ingenio.

Paquito, en quien comenzaban a revelarse sus notables disposiciones para la pintura, especialmente de retratos, había pintado al pastel uno de su padre, un Villamelón deforme, color de zanahoria, que parecía tener el carrillo izquierdo hinchado, pero no por eso dejaba de tener con el original un más que mediano parecido.

De vez en cuando soltaba una exclamación: «¡Pero, Dios mío, eso es una atrocidad! ¡Esos hombres estaban locos! ¿Por qué no dábais parte al jefe de tales atrocidadesRicardo no podía convencerla de que hubiera sido inútil revelarse ni dar parte al coronel, pues la novatada era costumbre tradicional en el colegio, que los jefes no querían arrancar.

Con dulzura insinuante y con el reposo debido, a fin de hacerse entender bien y de poner en sus ideas orden y claridad, contestó entonces el P. Enrique a los argumentos de D. Anselmo; mas, a pesar del dominio que tenía sobre y sobre su palabra, la emoción que embargaba su ánimo venía a revelarse en su acento, en el brillo de sus ojos y en el encendido color de sus mejillas, pálidas de ordinario.

Cuestión inmensa era ésta: fué preciso para resolverla un arte, una iniciación. Para comprenderlos debe conocerse el tiempo y la ocasión en que ese arte comenzó á revelarse. Entre dos edades de fuerza, la fuerza del Renacimiento y la de la Revolución, hubo una época de postración, cuando graves signos acusaron una enervación moral y física.

Don Paco, que tenía, según hemos apuntado ya, entendimiento de amor de hermosura, se quedaba extasiado contemplando el andar de la moza, que no tenía el liviano, provocativo y sucio movimiento de caderas y los pasitos menudos que suelen tener las chulas, sino que era un andar sereno, a grandes pasos, noble y lleno de gracia, como sin duda debía de andar Diana Cazadora, o la misma Venus al revelarse al hijo de Anquises en las selvas que rodeaban a Cartago.