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Otros socios de origen extranjero, jóvenes polacos, ingleses residentes en París, americanos de las repúblicas del Sur, acababan de inscribirse como voluntarios.

Cobra ligeramente aliento y prosigue: «En cambio aquí, como el presidente llega a la meta ya viejecito, la presidenta suele ser otra viejecita ya cansada, concluida, reumática, cuyo mayor deseo es que la dejen tranquila. ¡Y luego hablan de las jóvenes repúblicas! La juventud está en las monarquías.

De esta gloriosa embajada portuguesa, que el Padre Ambrosio presenció durante su permanencia en Roma, hizo el Padre a los frailes un entusiasta relato. La fama, decía el Padre Ambrosio, había anunciado por toda Italia la novedad singular de la Embajada portuguesa. Gran multitud de forasteros de todas las repúblicas y principados de Italia acudieron a Roma.

Y también diré que los madrileños y los que en Madrid habitualmente vivimos, no ignoramos ni desdeñamos, como tal vez hace treinta o cuarenta años, lo que en Barcelona se escribe y se publica, aunque sea en catalán o en francés y no en el idioma castellano, que prevalece desde hace cuatro siglos como idioma nacional, español por excelencia, que se extiende desde California al estrecho de Magallanes, y que se habla y se escribe, no sólo en esta Península y en las islas que son aún sus posesiones, sino también en dieciséis o diecisiete Repúblicas o Estados independientes.

No explicarme: me faltan palabras... Son las gentes las que hacen todo eso. Al recibir en Tenerife la noticia de la guerra, resumió todas sus doctrinas con el laconismo de un triunfador. Hay en Europa demasiados reyes... ¡Si todos los pueblos fuesen Repúblicas!... Esta calamidad había de llegar forzosamente. Y Ferragut no se atrevió á burlarse esta vez de la simpleza de su segundo.

; y en otras repúblicas nos llaman gachupines, patones, sarracenos y no qué más. Podría escribirse un tratado geográfico-apodesco para mayor claridad en las relaciones hispanoamericanas... Pero son bromas de familia que no merecen atención: adelante.

Pero la escuela de la prosperidad material, que será siempre ruda prueba para la austeridad de las repúblicas, ha llevado más lejos la llaneza de la concepción de la conducta racional que hoy gana los espíritus. Al código de Franklin han sucedido otros de más francas tendencias, como expresión de la sabiduría nacional.

Sin incluir Alaska, la superficie de los Estados Unidos es menor que la del Brasil, el que en este caso es la más grande de las repúblicas americanas. El clima, debido a la vasta extensión del territorio, es bien diversificado.

Desde el Norte de Méjico hasta el extremo Sur de Chile y de la República Argentina, sería fácil demostrar que en el día de hoy hay más indios que hubo nunca y son más felices, mejores y más civilizados que jamás lo fueron; que bajo el dominio de España los indios que se distinguían ó lo merecían podían ser cuanto se podía ser entonces en España; generales, arzobispos, duques, marqueses, y presidentes de tribunales; y que ahora pueden ser, y son á veces, presidentes de las Repúblicas.

Tanto que hubo vez en que, por cosas como las de poner en su lugar a Felipe Segundo, estuvo a punto el señor don Manuel de ir, con su capa y su cuaderno de Iturzaeta, a dar en manos de los guindillas americanos «en estas mismísimas Repúblicas de América». A la fecha de nuestra historia, hacía ya unos veinticinco años de esto.