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Actualizado: 11 de mayo de 2025
Dos familiares del Santo Oficio y cuatro soldados custodiaban a cada uno de los reos, mientras un fraile dominicano le predicaba continuamente poniéndole ante los ojos el santo signo de la cruz. Todos llevaban, a más del sambenito, el bonete trágico y burlesco, la amarilla coroza, cubierta de terribles pinturas de llamas y demonios.
Dimmesdale llegó al lugar en que, años atrás, Ester había sufrido las primeras horas de su ignominia pública. El mismo tablado, negro y percudido por las lluvias, soles y tormentas de siete largos años, con los escalones gastados por las pisadas de los muchos reos que desde aquella época los habían subido, se elevaba allí bajo el balcón de la iglesia ó casa de reunión.
Al cacique, no solamente dan esta preeminencia, sino que le rinden entera obediencia y vasallaje; fabrícanle sus casas, cultívanle los campos y le mantienen abundante mesa de todo lo bueno y mejor del país. El sólo manda y castiga con gran rigor á los reos quebrándoles los huesos con horrendos bastonazos.
Esto hacian ya que les era impedido comunicarse de otro modo, porque como los inquisidores vencian en crueldad á Diocleciano, á Neron, i á los demás emperadores que fueron azote del cristianismo, no dejaban á los reos verse mas que en la hora del suplicio, i hablarse en ningun tiempo.
De modo que, por la tarde se hallaban en las cárceles 100 reos de los principales y que mas se habian distinguido en aquella conspiracion. Se tomaron despues por el comandante todas las precauciones y providencias convenientes para asegurarse de una sorpesa, y las que se requerian para resistir á los rebeldes, si intentaban invadir la villa, como se afirmaba, para libertar á sus caudillos.
Esto se explica, atendiendo a que he residido siempre en una provincia donde por fortuna hace ya bastantes años que no se ha aplicado. Conocía algunos detalles de la ejecución de los reos sólo por referencia de los viejos, a los cuales no dejaba de mirar, cuando me lo contaban, con cierta admiración, mezclada de terror.
Los reos debían colocarse en otro cadalso más angosto, pero de igual altura, que abarcaba el costado meridional. Conturbado hasta el fondo del alma por la solemne expectativa, el joven avilés pasaba sobre las cosas una mirada atónita y somera.
Don Pedro acude al ruido desde su gabinete, y manda que prendan á los dos, como á reos de lesa majestad, por haber desenvainado las espadas en su palacio. Doblégase al fin el orgullo de Don Tello: viendo cerca la muerte, confiesa á Doña Leonor que ha sido injusto con ella, y que está pronto á reparar su injusticia.
Recibiese este medio con acepción universal, con que a cada paso se oían estas voces todo el camino, así de los que acompañaban a éste, como de los que asistían al otro pertinaz, que se seguía, hasta llegar a la Iglesia de Santo Domingo y sentarse los Reos en la escalera sobre el tablado.
De esta parte se desprendía un corredor con barandado basto, que era la calleja de amargura por donde se habían de conducir los Reos a oir sus sentencias en una como jaula bolada, hacia el frente del Altar, en proporcionada distancia.
Palabra del Dia
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