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Actualizado: 12 de mayo de 2025


Pero no; yo juro que estaba decidido a sacar de allí a mi monjita, y ya discurría el modo de saltar por las tapias de la huerta y romper rejas y celosías para conseguir mi objeto. Doña María, al escuchar esto, palideció, y luego las centellas de la ira brillaron en sus ojos.

Cuando dió el salto para cogerse a las rejas, el terrible Piscis se había vuelto ya y le vió. De dos brincos se plantó debajo del corredor, antes que el intruso pudiera montar sobre la barandilla, y con su famoso roten, le descargó en las espaldas tal garrotazo, que el pobre hombre soltó las manos y se dejó caer al suelo.

Llegó al primer pueblo del distrito, y allí le esperaban, a la puerta de un viejo mesón, a cuyos postes y rejas estaban atados otros tantos caballejos enjaezados a la usanza del país, hasta seis agentes electorales de nota.

El nobilísimo caserón de los Vargas, con sus ventrudas rejas y su escudo de piedra en el portal, sólo admitía las visitas de unos cuantos notables del país.

704 La justicia es muy severa; suele rayar en crueldá: sufre el pobre que allí está calenturas y delirios, pues no esiste pior martirio que esa eterna soledá. 705 Conversamos con las rejas por solo el gusto de hablar, pero nos mandan callar y es preciso conformarnos; pues no se debe irritar a quien puede castigarnos.

Se detuvo en la esquina, aguardó algunos momentos y al cabo repitió en voz más alta el estribillo: No llores, niña, no llores, no; no llores, niña, que aquí estoy yo. Chirrió un balcón; se asomó una cabeza. ¡Nolo! ¡Demetria! Da la vuelta á la esquina y arrímate á esa ventana de rejas. El joven hizo como se le mandó. Entró en la estrecha callejuela y se acercó á la ventana.

D. Simon de Rejas, se dijo: Que es de parecer debe existir la autoridad superior en el Exmo. Sr. Virey, y que en caso de que á pluralidad de votos deba cesar en el mando, se establezca una junta de vecinos para el gobierno, nombrada por el Exmo. Cabildo. Por el Sr.

Cuando el sol comenzó a declinar, no contento con espiar por las rejas de mi ventana, salime al portal, y desde allí, enfilando la calle, me sacaba los ojos por si atisbaba a la cigarrera. Nada. Aquella tarde hube de retirarme triste y cabizbajo. Al otro día lo mismo; al otro igual. Ya iba perdiendo la esperanza.

Es un oso que ha roto las rejas de su jaula, y desde que tenga en sus manos su gobierno, pondrá en fuga a todo el mundo. ¡Ay de aquél que caiga en sus manos! No lo largará hasta que expire bajo su gobierno. Es una sanguijuela que no se desprende hasta que no está repleta de sangre.

Sin embargo, esta casada de la ciudad no se marchita físicamente como la de la aldea..... «¡Ojalá! La casada de la ciudad sigue siendo joven y hermosa; pero las rejas del claustro doméstico se cerraron detrás de ella cuando regresó del templo. Amparo ha tomado el velo de desposada: ha dejado moralmente de estar viva: es profesa del hogar.

Palabra del Dia

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