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No había estado allí desde que era niño, y le interesaba ver las grandes reformas que la devoción de los ricos de abajo había realizado en aquel edificio, convertido en fortaleza durante las guerras y al que afluían ahora todos los sentimientos del país hostiles á la nacionalidad española y á sus progresos.

Los gobiernos no quieren ejército: saben que es inútil para la defensa exterior de la nación, pues la fortuna nacional no permite su mantenimiento, y les basta con una organización embrionaria, que vive en pleno desorden, agitada por incesantes y contradictorias reformas, copiando los adelantos extranjeros, como una muchacha pobre imita las galas de la gran señora.

, hijita, ese es el arquetipo del tilinguismo. No me habló más que de modas femeninas y de si tal muchacha es más elegante que tal otra. Cree que la moda vuelve otra vez a la época de la Pompadour. Está conforme «en principio» con la adopción de aquel traje, pero «previas» algunas reformas que me explicó con gran riqueza de detalles.

Primeramente, todo el edificio social tiene que derribarse, y reconstruirse todo de nuevo; luego, la naturaleza del hombre tiene que modificarse esencialmente antes de permitírsele á la mujer que ocupe lo que parece ser una posición justa y adecuada; y, finalmente, aun después de allanadas todas las otras dificultades, la mujer no podrá aprovecharse de todas estas reformas preliminares hasta que ella misma haya experimentado un cambio radical, en el cual, quizá, la esencia etérea, que constituye el alma verdaderamente femenina, se habría evaporado por completo.

Esta Real disposicion, como digna de tenerse á la vista, y muy conducente á las reformas que conviene hacer, pues siguen los mismos ó mayores abusos, irá en copia al final, señalada con el número 2, por tener un tanto de ella casualmente entre mis papeles.

El coronel Dávila, á quien yo habia dejado en Cochabamba, ya pronto á partir para Moxos con la mision de operar las numerosas reformas, que de concierto con el señor Carrasco le habiamos indicado en beneficio de los infelices habitantes de esta provincia, acababa de sucumbir á impulsos de un fuerte cólico que le habia sobrevenido en la antevíspera de su salida, á las pocas horas de estar en su casa de regreso de una tertulia.

El ministro, pues, que quiera que sus reformas sean reformas, debe principiar por declarar la prensa libre en Filipinas, y por crear diputados filipinos.

Verdad que a todas estas reformas le estimulaba la competencia desastrosa que le hacía Poca Ropa, el cual tenía su instituto en la calle del Reloj, al otro extremo de la villa. ¿Qué escándalo es éste? gritó don Roque con voz estentórea acercándose a la inmunda casucha. Tres o cuatro muchachos que había en la calle huyeron como pajarillos a la vista del gavilán. Pero quedaban las palomas.

Cuantas reformas hicieron aquí me parecen muy bien; han convertido esto en una especie de casa de retiro para su vejez, donde vivirán recordando nuestra existencia en estos lugares.

Y los ministros, que tienen que despachar los asuntos de ministerios centralizados, que atender a lo que pasa en la Francia entera, que proyectar reformas, que estudiar leyes, que contestar interpelaciones, que preparar y corregir discursos: ¿cómo pueden hacer todo esto?