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Y ayudándose de María Josefa, que sabía mejor que él a qué atenerse, mantuvo alerta la conversación algún tiempo sobre el escabroso tema. Luis estaba en brasas. Dirigía frecuentes miradas hacia el sitio de Amalia, como reclamando lo que estaba obligada a concederle. Levantose al fin la dama, se asomó a la puerta y tornó a sentarse.

No importa que sea un sitio u otro donde usted vaya, en el Norte o en el Mediodía; lo indispensable es que usted descanse y respire aire más puro, que corra usted entre los árboles unas veces y otras al sol, que coma usted alimentos suaves y nutritivos, que se levante usted temprano y no se retire tarde, que trueque, en fin, la vida artificial y antihigiénica que lleva, por otra natural y sencilla, y que a ese pobre cuerpo lo que está reclamando a gritos.

En medio de este desbarajuste, las dos mujeres expresaron a Benina que su mayor apuro, a más del hambre, era pagar al casero, que no las dejaba vivir, reclamando a todas horas las tres semanas que se debían.

Múdase en seguida la escena á la corte de Alfonso el Casto, en donde se celebra tan gloriosa victoria con una brillante fiesta. Bernardo pide la recompensa prometida á sus hazañas, reclamando no sólo la libertad de su padre, sino también su casamiento con Jimena, para borrar su mancha de bastardo; pero el ingrato Rey le contesta con palabras evasivas.

Hablaron con Margalida unos cuantos atlots, pero de pronto, viendo la silla libre, el Cantó avanzó para sentarse en ella, sujetando el tambor entre la rodilla y un codo y apoyando la frente en su mano izquierda. La baqueta golpeó lentamente el parche, mientras sonaba un largo siseo reclamando silencio.

Vista de cerca, si exceptuamos la blancura, el encanto, es exactamente la mama femenina, ese globo que, hinchado de amor y de la dulce necesidad de amamantar, reproduce con sus movimientos todos los suspiros del corazón que late debajo, reclamando á la criatura para sostenerla, alimentarla y darla descanso. Todo esto fué negado á la madre que nada; aquel bien es para lo que se posa.

Ciertamente, si el meteoro iluminó el espacio é hizo visible la tierra con un fulgor solemne que obligó á recordar al clérigo y á Ester el día del Juicio Final, en ese caso Rogerio Chillingworth debió parecerles el gran enemigo del género humano, que se presentaba allí con una sonrisa amenazadora reclamando lo que le pertenecía.

Pero, si los americanos encontraban cómodo el tratado cuando se trataba de factorías insignificantes o islotes diminutos, no juzgaron lo mismo respecto al futuro Canal de Panamá y denunciaron listamente el tratado, reclamando la garantía exclusiva de la libre navegación y neutralidad del Istmo, para mismos.

Y sobre todo, aquellos dos hombres mirándose así por ella, reclamando cada cual con distinto fin la victoria, la conquista de su voluntad, eran algo que rompía la monotonía de la vida vetustense, algo que interesaba, que podía ser dramático, que ya empezaba a serlo.

La Fatalidad, causa cómoda de los hechos oscuros, y luz mentirosa de lo que no puede alumbrarse, se presenta aquí reclamando su página, la página a que le dan derecho las perplejidades del narrador y el convencionalismo de la Historia.... Bienvenida sea esa madrastra Fatalidad, que tan bondadosamente se presta a adoptar todo hijo abandonado, por lo general feo y enclenque, a quien rechaza la misma Lógica que en las tinieblas lo engendró.