Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de junio de 2025


Y los dos viejos, que sólo necesitaban unas cuantas copas para ser dueños de la falla, de la plaza y del mundo entero, metiéronse en el cafetín a continuar la obra. Andresito seguía tieso en su puesto, sin mover los pies, con las piernas entumecidas y el cuello dolorido de mirar a lo alto. ¡Y la ingrata no reaparecía!

Flotaba poderosamente, pero con una ligera contracción de su fuerte cola, pasaba de un lado a otro de la barca, y tan pronto se perdía de vista como reaparecía instantáneamente. Antonio enrojeció de emoción, y apresuradamente echó al mar el aparejo con un anzuelo grueso como un dedo.

Reaparecía el oficial de casta, mirando con altivez á sus perseguidores anónimos, implorando únicamente protección de los kepis con galón de oro. Sus ojos quedaron inmóviles al descubrir á Ferragut. Le contemplaron fijamente, con una insolencia glacial y desdeñosa. Sus labios se movieron con la misma expresión de menosprecio.

Reaparecía el exaltado, próximo al delirio al hablar de Dios y de la suerte de sus criaturas. Y pidiendo a Fermín que le compadeciese, lo hacía con tales gestos, que el joven temía que se arrodillara, con las manos juntas, como implorando su perdón. En ciertos momentos, Montenegro, a pesar de su tristeza, sentía deseos de reír por lo extraño de la situación.

Oía reír a Huberto y a Diana. ¿De qué? Ella nada había comprendido. Ellos seguían la pieza, sin duda; trató de hacer como ellos, de dirigir su espíritu fugitivo a la obra, pero fue en vano: la imagen de Juan reaparecía. Lo veía alineando cifras a la luz triste de la habitación. No era como los otros, Juan no se parecía a ninguno de los que la rodeaban.

Pero al contacto de Rafael, al ver en sus ojos aquella expresión amorosa que ahora se marcaba con más atrevimiento, reaparecía la mujer de antes y reía con la misma carcajada irónica que penetraba como acero en las carnes del joven. ¿Y qué de extraño tendría eso? preguntó audazmente Rafael, imitando la sonrisa burlona.

Pero aquí reaparecía el navegante mediterráneo, el Ulises complicado y contradictorio. Se acordó de pronto de las reparaciones de su buque, que debían ser indemnizadas por Inglaterra. «¡Que Dios la castigue... pero que espere un poco!», murmuró en su pensamiento. La imponente profesora se exasperaba al hablar de la tierra en que vivía.

De la profundidad del monte, el malacara respondía a los relinchos vibrantes de su compañero, con los suyos cortos y rápidos, en que había sin duda una fraternal promesa de abundante comida. Lo más irritante para el alazán era que el malacara reaparecía dos o tres veces en el día para beber.

El automóvil lo llevó hasta una playa a través de desfiladeros y túneles perforados en el basalto, después de los cuales reaparecía el caserío. Siguió caminos abiertos en cornisa entre la bahía luminosa y unas pendientes casi verticales cubiertas de bosques de un verde metálico.

Las walkyrias de la Sanidad habían desaparecido igualmente. El barbudo era de los que se habían quedado, y al ver de lejos á don Marcelo sonrió, desapareciendo inmediatamente. A los pocos momentos reaparecía con las manos llenas. Nunca su presente había sido tan generoso. Presintió el viejo una gran exigencia, pero al llevarse la mano al bolsillo, el sanitario le contuvo: Nein... Nein.

Palabra del Dia

vorsado

Otros Mirando