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Actualizado: 19 de junio de 2025


¡Qué largas y qué tristes iban a ser las veladas de invierno pasadas junto al hogar en que él atizaba el fuego, manteniendo con su donaire la conversación! ¡Qué monótonas habían de parecerle las noches de verano! ¡Qué callado el silencio cuando no se oyera resonar junto al fresco brocal del pozo, ni bajo el emparrado de la puerta, el rasguear de aquella guitarra que parecía tener alma y quejarse cuando él la tocaba!

Porque nuestro Jerez y nuestro Málaga, con su color amarillo sombrío, me parecen tan tristes como el canto de una dueña; mientras que el color rosado y riente de este champaña me llenan el alma de alegría. ¡Dios de verdad! Es como si oyese a mi Juana rasguear en mi guitarra un vivo bolero. Por mi fe; viva el vino de Francia repuso dejando tan vivamente el vaso sobre la mesa, que lo rompió.

La enferma había tenido delirio de escribir cartas; pero apenas comenzadas, las dejaba. En algunas sólo se veían deformes garabatos, hechos al rasguear de la pluma temblorosa; en otras las letras claras manifestaban ideas sueltas, palabras tiernas agrupadas sin sentido alguno.

Después de mucho y mucho puntear y rasguear, rompió con chillona voz el canto: A Pepa la gitani... i... i... Aquel iiii no se acababa nunca, daba vueltas para arriba y para abajo como una rúbrica trazada con el sonido. Ya les faltaba el aliento a los oyentes cuando el ciego se determinó a posarse en el final de la frase: lla-cuando la parió su madre...

Y poniéndose a rasguear furiosamente la guitarra, cantó con voz arrogante: Dicen que no me quieres, No me da pena maldita; Que la mancha de la mora Con otra verde se quita. Si no me quieres a , Se me da tres caracoles; Con ese mismo dinero Compro yo nuevos amores. Capítulo XIV El casamiento de Stein y la Gaviota se celebró en la iglesia de Villamar.

Pero ya que no la flauta, tenía la pluma: la pluma, que no hacía ruido, sino muy leve, al rasguear sobre el papel con aquellos perfiles y trazos gruesos, enérgicos, en claro-oscuro sugestivo, equivalente al timbre de una puerta o de una placa.

El vasto edificio estaba sumido en el más profundo silencio, pues toda la servidumbre se había retirado a descansar, y sólo podía oírse el rasguear de la pluma sobre el papel. Larga fué la carta que escribió el Príncipe, y bastante tiempo tomó en leerla y hacerle algunas correcciones.

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