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Actualizado: 17 de junio de 2025
Escribió y dió el Juez Real a todos los veinte y un Reos la sentencia e intimó por su fiscal la sentencia de muerte a vueltas de un garrote y de ser quemados e incinerizados después.
Supongo, pues, y creo, y tengo por cierto, que estaba antes en mí. Es como la idea de Dios, que estaba en mí, que ha venido a magnificarse y desenvolverse en mí, y que sin embargo tiene su objeto real, superior, infinitamente superior a la idea. Como creo que Dios existe, creo que existe usted y que vale Vd. mil veces más que la idea que de Vd. tengo formada.
A las verdades reales corresponde el mundo real, el mundo de las existencias; á las ideales el mundo lógico, el de la posibilidad. El verbo ser se toma á veces copulativamente sin que la relacion que por él se expresa sea necesaria; así sucede en todas las proposiciones contingentes, ó cuando el predicado no pertenece á la esencia del sujeto.
Aletargada profundamente, Mauricia hizo lo que no había podido hacer despierta, y prosiguió la acción interrumpida por una puerta bien cerrada. Faltó el hecho real, pero no la realidad del mismo en la voluntad. Entró, pues, la tarasca en la iglesia y allí pudo andar sin tropiezo, porque la lámpara del altar daba luz bastante para ver el camino.
Es preciso que estemos seguros de la correspondencia de nuestras sensaciones con un mundo exterior, nó puramente fenomenal, sino real y verdadero.
Deseando Tacca tener a la vista un buen retrato del Rey, se le mandó uno ecuestre de mano de Velázquez con sombrero puesto y menor que el natural: pidió el italiano otro donde poder estudiar mejor la real persona, y Velázquez lo hizo hacia 1633 de perfil, de busto y sin sombrero , enviándosele además un busto del Rey por Martínez Montañés, tal vez el que se ve indicado en la parte inferior derecha del retrato que a este escultor hizo Velázquez.
"Vaya, se le ha olvidado, decía para sí: no volveré a hablar más con ella, como la casualidad no nos vuelva a juntar en algún sitio". Empezó a ayudar a la casualidad asistiendo con más frecuencia al teatro de la Comedia, pero no logró verla. Al teatro Real, donde seguramente estaba, no se atrevía a ir por el temor de que pensase que aún duraba la persecución.
A nadie se le persuadirá que don Francisco de Quevedo, que era en prosa y en verso un poeta lírico antes que todo, idealizador de lo feo, como quien miraba la miseria con vidrios de aumento, hizo la figura de ningún avaro real ni posible en su Licenciado Cabra.
Por otro mandato real, fecho también en Valladolid á 2 de Marzo de 1537, facilitábasele el cobro de dicha renta, y por él se establecía, que se efectuara por los tercios de cada un año, sin que en cada uno de éstos tuviese que presentar la fé de vida, pues bastaría que llenase este requisito anualmente.
Hecho esto, todas las gitanas viejas, y algunas mozas, y los gitanos, se esparcieron por todos los lugares, o, a lo menos, apartados por cuatro o cinco leguas de aquel donde habían asentado su real.
Palabra del Dia
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