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Actualizado: 27 de mayo de 2025
El tiempo de echarse una falda, de ponerse los guantes y el sombrero, y Genoveva estuvo pronta a acompañarme a casa de la abuela, que se quedó sorprendida de nuestra entrada repentina. Costole mil trabajos ponerse al corriente de lo que queríamos y empezó por llenarse de indignación en cuanto supo poco más o menos de lo que se trataba.
Las pulmonías y las fiebres perniciosas son terribles en Villaverde, pocos ancianos las resisten, y mi pobre madrina, achacosa, débil, extenuada por largos padecimientos, tendría que sucumbir. Pero no, por qué, si la queríamos tanto... si era tan buena, tan cariñosa... ¡si era una santa! Por aquí, señor, por aquí llegaremos más pronto... me dijo Mauricio, que iba a mi lado.
Desprecian los soldados al Adelantado Alvar Nuñez, por su soberbia: hace dar muerte á los Sococies sin justa causa. Luego que vió á Rivera el Adelantado, determinó ir con todo el ejército á las provincias en que habiamos estado: y los soldados no queriamos seguirle, y menos en tiempo que toda la provincia estaba inundada, y muchos de los que fueron con nosotros, enfermos.
Queríamos ver de cerca la fuente ó salida del Lütschina-negro y penetrar en las grutas de hielo, magníficas alcobas de cristal que la naturaleza fabrica en masa y que los paisanos se encargan de perfeccionar para seducir al viajero curioso. El espectáculo de la salida del grueso torrente es realmente bello.
Y cuando gratificaba todos los dias al criado, ¿qué cosa más natural que haberme dicho: «advierta usted que estas gratificaciones no le desquitan de un franco diario que ha de darme por el arreglo de la habitacion?» Pues nada; calló durante sesenta y siete dias, y hubiera callado más tiempo á no haber notado que queriamos mudar de hotel.
Nosotros, empero, queríamos la unidad en la civilización y en la libertad, y se nos ha dado en la barbarie y en la esclavitud. Pero otro tiempo vendrá en que las cosas entren en su cauce ordinario.
Hénos aquí el tiempo como una medida fija, anterior á la del reloj con que le queríamos medir. Pero ¿qué son esas dos horas, prescindiendo de toda medida, no solo del reloj, sino tambien de los astros? Dos horas en abstracto, no se las encuentra en ninguna categoría de los seres reales ó posibles; de ellas no podemos dar idea, ni formárnosla nosotros mismos, sin echar mano de una medida.
Y se sentó en un sillón, se arropó en un abrigo de pieles que se había puesto y esperó que la doncella cumpliese sus órdenes. Poco después se abrió aquella misma puerta, y entró el sargento mayor don Juan de Guzmán, que, sin quitarse el sombrero, adelantó hasta cerca de la dama, y deteniéndose á poca distancia de ella y permaneciendo de pie, la dijo: Nos sucede mejor de lo que queríamos, Ana.
Tragomer, dijo Marenval, estaba en el agua con Jacobo, sosteniéndole, animándole bajo una lluvia de balas y en un sitio en que pululan los tiburones... Sí, miss Harvey, el episodio fué vivo... Tuvimos que echar á pique la lancha de la Administración para escapar á sus ataques; pero no hemos tirado ni un tiro, aun en defensa propia, pues no queríamos tirar contra franceses. ¡Oh! ¡De buena nos escapamos!
Agitábanse los diputados, echándose unos a otros la culpa del alboroto; nos apostrofaban también desde abajo llamándonos canalla soez, y los porteros dieron principio a la expulsión. Aquí de los apuros. Presentación y yo queríamos salir sin poder lograrlo, por tener delante una muralla de carne humana que resistía la orden del presidente.
Palabra del Dia
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