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Actualizado: 1 de junio de 2025


Era el comedor, que ya estaba alumbrado. Sentada a la mesa, armando unos pastorcitos de barro, restos de su pasada riqueza, estaba Josefina. La pantalla de la lámpara proyectaba viva luz sobre su cabecita monda y dorada como una naranja.

Y me pareció mirar una niña pálida y rubia, esbelta y graciosa, de grandes ojos de color de violeta; una niña en cuyo semblante puso el cielo angelicales bellezas, que ataviada gallardamente con rica veste azul, corta la falda, dejando ver unos pies brevísimos, pasaba y huía, e iba a perderse entre la sombra que proyectaba en el muro el blanco lecho: la dulce niña objeto de mi primer amor, de ese amor primero que embalsama con su aroma de azucenas la más larga vida, toda una existencia.

La vasta circunferencia de un cuello alechugado, hecho con mucho esmero, que proyectaba por debajo de su barba gris, según la moda del tiempo antiguo, contribuía á darle á su cabeza un parecido á la de San Juan Bautista en la fuente.

La media luz rojiza que de arriba se proyectaba, formaba una especie de neblina compuesta de finísimo polvo oloroso y por los vapores de la fiesta. Encima de los muebles, sobre la alfombra, despojos de flores, ramilletes pisoteados, abanicos olvidados, carnets con anotaciones de baile.

La luna reflejaba su cara bonachona en el cristal azul del agua que transcurría silenciosa. Los dos huyeron de la luz. Querían descansar; sentíanse sin fuerzas para seguir adelante, y se detuvieron junto a un desmonte, ocultándose en la sombra que proyectaba la masa de tierra. Sonaron en la penumbra suaves chasquidos, apagadas voces de protesta. Feli hablaba quedamente, con llorosa voz.

Y el último personaje de esta estirpe de héroes mediterráneos que se perdía en los tiempos fabulosos era un marinero de Niza, simple y romántico, un guerrero de todos los mares y todos los continentes, llamado Garibaldi, tenor heroico que proyectaba sobre su siglo el reflejo de su camisa roja, repitiendo en la costa de Marsala la remota epopeya de los argonautas.

Cantaba con voz de tiple, de tenor, de barítono y bajo, y se sabía que proyectaba figuras en la pared con la sombra de las manos de modo maravilloso. Finalmente, era un prestidigitador consumado. A ruego de varias muchachas, hizo algunos juegos de manos que produjeron entusiasmo en los invitados. Claro está que para efectuarlos necesitaba ayudantes. Grass los elegía entre las jóvenes más lindas.

Quiso borrar además sus malas palabras, inspiradas por el dolor: el recuerdo de aquella escena de rebelión en la que se había levantado como una acusadora iracunda contra el padre. Y Ferragut, durante algunos días, creyó vivir lo mismo que años atrás, cuando aún no había comprado el Mare nostrum y proyectaba quedarse para siempre en tierra.

Usted, como no está en antecedentes, no sabe el cariño que le tengo; es imposible que lo imagine Vd... Si él me hubiera dicho lo que proyectaba, vamos, yo lo evito. Hasta me hubiese echado a los pies de mi padre confesándoselo todo; en fin, ¡qué yo!... pero no se hubiera marchado. Ahora, ¿qué hemos de hacer? Todo ha sido inútil.

Los grupos extranjeros de París intentaban organizar cada uno su legión de voluntarios, y él proyectaba igualmente la suya: un batallón de españoles é hispanoamericanos, reservándose, naturalmente, la presidencia del comité organizador y luego la comandancia del cuerpo. Había lanzado anuncios en los periódicos: lugar de inscripción, el estudio de la rue de la Pompe.

Palabra del Dia

lanterna

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