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Actualizado: 19 de junio de 2025
Doña Manuela tenía dinero; comenzaron a pagarse las cuentas con regularidad; los proveedores no la molestaron ya exigiendo el pago de los atrasos, y la modista francesa, después de embolsarse algunos miles de reales que creía perdidos para siempre, hizo a las niñas de Pajares nuevos trajes para lucirlos en la feria de Julio.
Sueño con dar un golpe; ganar en dos ó tres días quinientos mil francos ó un millón. ¡Qué alegría la mía cuando llego del Casino con unos miles de francos! «Para enviarle paquetes... para que mi pobrecito coma.» Escribo á los proveedores ó busco yo misma, acordándome de las cosas que más le gustaban.
Nosotros no giramos lo que usted, amigo Goycochea: seis millones por año nada más, pero la ropa blanca es artículo que deja más que otros. Yo voy a Europa con frecuencia, visito a nuestros proveedores de Hamburgo, Milán y París, me entero de las novedades, y cada cinco o seis años me asomo a España y vivo en mi pueblo por unos días.
Cuando sus amigos no lo encontraban en Monte-Carlo, era que carecía de dinero y estaba en su castillo contemplando melancólicamente todo lo que le quedaba por hacer. Vivía en una ala, la menos inacabada, y entretenía su soledad batallando con los rústicos vecinos, con los proveedores, con todos los del país, que se consideraban obligados á molestarle y explotarle de mil modos.
Son estos dos atributos, el terror y el miedo, los que deprimen la vida apocando el espíritu, hacen el caldo gordo para los atrevidos y producen larga cosecha de beneficios de toda especie para los proveedores de preservativos, porque "no hay mal que por bien no venga", como dice el refrán, y que no sea a la vez, sincera y ardientemente propagado y cultivado por los beneficiados, especialmente cuando ellos mismos están personalmente inmunizados a su respecto, porque las ideas más puras y los intereses más sórdidos suelen anudar en las profundidades del espíritu vinculaciones secretas que pasan totalmente inadvertidas a la conciencia más sinceramente honrada.
Así es que no me sorprendería encontrar uno de estos días, en el gran mundo, a mi zapatero, a mi sastre y hasta a nuestros proveedores de caballos. ¡No diga usted semejante cosa! exclamó con indignación muy noble la señora de Blandieres, protestando en nombre de todas las señoras que, como ella, hacían profesión de tener salón abierto.
A la mañana siguiente, antes de que aclarara del todo, Ramón fue, como de costumbre, a abrir la puerta de calle a los proveedores de la casa.
Palabra del Dia
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